Crónica | Maltrato a animales en Lugo La policía lucense fue alertada por numerosos testigos que vieron cómo el dueño arrastraba al cachorro medio kilómetro, golpeándolo con una vara
02 jul 2003 . Actualizado a las 07:00 h.Un lucense que propinó una paliza a su perro en plena calle -dice que para educarlo- tendrá que pagar una multa de 3.005 euros, medio millón de pesetas de las de antes, como responsable de una infracción administrativa grave. Las alegaciones que presentó J.?B.?J., de 42 años, ante la Dirección Xeral de Conservación da Natureza, que depende de la Consellería de Medio Ambiente, le sirvieron de poco. Pesó más el atestado de un policía local, cuya presencia fue reclamada por testigos de la paliza que el hombre propinó con una vara a su perro, un pastor alemán de unos siete u ocho meses. Eran las doce y media del mediodía del 3 de octubre del 2002, y amo, can y transeúntes se arremolinaban en la calle de Quiroga Ballesteros, cerca de la plaza de abastos, en la confluencia con la calle de Bolaño Rivadeneira. El animal salió huyendo El agente, según su informe, observó los malos tratos que obligaron al animal a salir huyendo y refugiarse en una tienda de deportes para no llevar más golpes. Además, el policía asegura que no era la primera vez que el cachorro recibía palos de su dueño. Testigos presenciales vieron cómo el agresor lo arrastró durante más de medio kilómetro por la correa mientras le iba dando golpes con la vara. La sanción aplicada al lucense se basa en la Lei de Protección de Animais Domésticos e Salvaxes en Cautividade, en vigor desde 1993. Según el presidente de la Sociedad Protectora de Animales de Lugo, Javier García Calleja, en los despachos del mismo departamento de la Xunta, del que es responsable el lucense Francisco García-Bobadilla, están tramitando otros expedientes similares. García Calleja añadió que desde hace seis o siete meses, Medio Ambiente aplica la normativa con más rigor. El cachorro fue liberado de su maltratador ese mismo día. El agente de la policía local le retiró inmediatamente la custodia del animal, que fue trasladado al hospital veterinario Rof Codina, donde le curaron las lesiones que presentaba. Después fue conducido a las dependencias de la Protectora de Animales, que tramitó su adopción. Ahora vive con una cariñosa familia. Del expediente se desprende que el amo alegó en su descargo que no estaba conforme con el atestado de la policía, que el animal no sufrió daño alguno y que la sanción era desorbitada. Parece ser que en algún momento de la tramitación dijo que trataba de educar al cachorro con férrea disciplina: los golpes.