Franco se va de Ponteareas con la marcha del clan de los Castro

Mónica Rodríguez PONTEAREAS

GALICIA

Óscar Vázquez

Crónica | Retirada del busto del general El nuevo gobierno, integrado por socialistas y nacionalistas, tardó días en cumplir con un acuerdo del pleno que la anterior corporación postergó durante tres años.

08 jul 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

Dos Francos gigantes dominaron durante años dos lugares de Galicia: la plaza de España de Ferrol y la plaza Mayor de Ponteareas. El primero, el Franco a caballo, perdió el pedestal hace un año. El segundo fue retirado ayer del centro de la localidad pontevedresa a primera hora de la mañana y en silencio. La corporación municipal rechazó convertir su decisión en un acto festivo o reivindicativo. Aparecieron unos operarios, una grúa y se llevaron el busto de bronce del general. El nuevo gobierno de Ponteareas cumplió con un acuerdo plenario aprobado en 1999 y que el anterior equipo de Gobierno -liderado por Nava Castro, hija de José Castro, quien durante varios lustros rigió los destinos de la localidad- había dejado premeditadamente en el olvido. Lo cierto es que el clan de los Castro, bajo las siglas de la Unión Condado Paradanta, nunca votó a favor de la retirada del símbolo franquista. El acuerdo de 1999 que ayer se cumplió había sido ratificado por los otros tres grupos con representación municipal: PP, BNG y PSOE. Transcurrido casi un mes y medio de las elecciones municipales, el equipo de gobierno de Ponteareas, formado por una coalición entre PSOE y BNG, ha marcado un punto de inflexión en la historia de esta localidad: retirar el último gran símbolo que quedaba en Galicia de Franco, después de que Xaime Bello (BNG) descabalgara al Franco de la plaza de España de Ferrol. En la actualidad, Ponteareas cuenta con un alcalde socialista, Francisco Candeira, que llegó a la alcaldía con el apoyo de los cinco concejales del BNG y cuatro de los cinco del PP. El monumento a Franco pasaba así a mejor vida ya que durante los últimos años que presidió la plaza Mayor fue agredido con huevos, orines y pintura roja. Ahora descansa en dependencias del Museo Municipal, no para ser restaurado ni visitado, sino para ser relegado al olvido de un almacén.