
La generalización de esta práctica hace que el factor estético prime claramente sobre el valor simbólico Las tendencias acentúan el contenido sexual del grabado de dibujos en la piel.
15 jul 2003 . Actualizado a las 07:00 h.De rareza marginal a habitual complemento estético, en un visto y no visto. Los tatuajes se han desprendido casi totalmente de la carga de prejuicios sociales que pesaba contra ellos, para convertirse en un ornamento tan frecuente que ha hecho crecer los estudios dedicados a este negocio como setas bajo la lluvia. Culminado este proceso de generalización que convierte la tendencia en moda, el sentido original del tatuaje queda difuminado. Xosé Manoel González Rivera, autor del libro Tatuaxe artística contemporánea, lo certifica: «As tatuaxes tribais, por exemplo, perden o seu valor como símbolos ó pasar dunha cultura a outra. Así, a técnica emprégase para representar cousas que non teñen nada que ver coa súa orixe». El verano es temporada alta a la hora de lucir la impronta personalizada: playas y festivales son auténticas pasarelas de tatuajes. Pero los profesionales aseguran que tienen trabajo todo el año. «Sólo decae un poco en octubre, con el comienzo de las clases», explica el propietario del estudio coruñés Andrés Tattoo, quien sitúa entre 25 y 27 años la edad de su cliente medio. Al hablar de lo más in, señala que los dibujos más solicitados son las sombras -tatuajes en blanco y negro y con efectos visuales-, en perjuicio de los tribales. «Hay mucha tendencia, sobre todo de las chicas, a hacérselos en el pubis», añade. En esta zona, según apunta González Rivera, los tatuajes contienen un alto simbolismo sexual. Regulación El veterano tatuador, de origen venezolano, es también el presidente de la Asociación Gallega de Profesionales del Tatuaje y del Piercing, colectivo que exige la regulación del sector. «Hay demasiado intrusismo», denuncia, y lanza una advertencia: «Mucha gente hace tatuajes clandestinamente, lo que constituye un foco de infecciones muy peligroso».