Las primeras pistas de la investigación apuntan a la posibilidad de que el móvil fuese pasional La familia del fallecido destaca que no era violento y que sólo era «malo para sí mismo»
04 sep 2003 . Actualizado a las 07:00 h.La policía mantiene abiertas todas las hipótesis de investigación sobre las causas de la muerte de Luis Manuel Pallares Manso, vecino del barrio coruñés de la Sagrada Familia, cuyo cadáver apareció anteayer en el 1ºF del número 8 de la calle Antonio Carballo. No obstante, fuentes cercanas al caso creen que una de las líneas de investigación que cobra más fuerza es la del crimen pasional. De hecho, sospechan que el homicidio pudo ser obra de una mujer que tenía algún tipo de relación con la víctima. Allegados del fallecido no descartan que Luis Manuel conviviese con una joven. Mientras, los vecinos del inmueble aseguran que lo veían muy menudo con diferentes compañías femeninas. Autopsia La policía confirmó ayer que Luis Manuel Pallares Manso tiene antecedentes por tráfico de drogas y era conocido en este mundo por el alias de El inmenso. La autopsia aportará datos claves para la resolución del caso, aunque tardará más de lo normal debido al avanzado estado de descomposición en el que estaba el cuerpo. Las fuerzas de seguridad aseguran que «estaba tan deteriorado que no se puede saber qué pasó». Eso sí, matizan que la catana que se encontró junto al cadáver no atravesaba el cuerpo, sino que estaba «debajo» del mismo. Un detalle que hace que no descarten del todo la hipótesis del suicidio. Fuentes cercanas a la investigación relataron que las paredes del inmueble de la víctima «estaban manchadas de sangre», pero que no había indicios de robo o de que la puerta de entrada hubiese sido forzada. Familia La familia de Luis Manuel Pallares Manso se mostró ayer muy dolida por el suceso. «Sabemos que no era ningún santo, pero tampoco el demonio como el que se le está presentando», comentó una hermana. «La ex mujer y el hijo están muy dolidos por todas las infamias que se están diciendo de Luis. Es cierto que tenía una adicción, pero con ellos se portaba como un caballero», relató otro allegado. «Se metió en ese infierno y tenía que trapichear para sobrevivir, pero nunca vendía droga a menores y, sobre todo, tenía un gran corazón», insistió su única hermana.