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Abracadabra a la portuguesa

La Voz

GALICIA

El mundo a los cuatro vientos La aldea de Vilar de Perdizes acogió durante el fin de semana un Congreso de Medicina Natural, que reunió a brujos de Holanda, Alemania, Brasil, Galicia y Portugal

07 sep 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

Ojos de sapo, dientes de culebra y babas de caracol. Conjuros, rayos y retruécanos. Hechizos, males de ojo y karmas a flor de piel. Pociones contra la viruela y cartas que anuncian hechos futuros. Curanderos, sanadores, magos y brujas sin escoba. Todo alrededor de un gigantesco caldero humeante. Todo en Portugal, junto a la raia gallega, en un Congreso de Medicina Natural transformado en aquelarre de tiempos pasados. Así lucía ayer la aldea portuguesa de Vilar de Perdizes, una población de 700 habitantes que una vez al año se convierte en hogar para lo más granado de la brujería ibérica. Durante todo un fin de semana, las calles de esta localidad cercana a la frontera pontevedresa acogen a un sinfín de sanadores, curadores y expertos en medicina natural, a los que se unen magos sin chistera y aficionados a las cartas del tarot. La historia de esta peculiar reunión de meigas comenzó hace veinte años, de la mano del padre Fontes, un cura que no habría sobrevivido a la Inquisición y su caza de brujas. Al principio, el encuentro auspiciado por este pastor de ovejas metido a sacerdote no pasaba de una excusa para intercambiar hierbas y conocimientos. La fiesta de lo espiritual vino después, con la incorporación de aficionados a todas las ramas de lo oculto, expertos en medicinas alternativas y curiosos en busca de diversión. Llegan de todos los rincones del globo, atraídos por la fama de una cita que se ha convertido en el referente internacional de curanderos y hechiceros. Se desplazan desde Holanda, Alemania, Brasil, Galicia y Portugal para conocer los últimos avances en disciplinas tan dispares como la hipnosis, la medicina natural, el tarot y la terapia regresiva. Aquelarre propio Junto a ellos crece un escenario en el que no faltan vendedores de amuletos ni adivinos pertrechados de bola de cristal. «Hacemos de todo. Tratamos problemas nerviosos, ataques epilépticos e incluso casos de cáncer», relata al diario portugués Correio da Manha el profesor Zen, un parapsicólogo que pasa consulta en la localidad lusa de Pombal. Y para que no falte nada, Vilar de Perdizes cuenta con su propio aquelarre. Bajo la luz de la luna y alrededor de un caldero negro de esos que tanto abundan en los cuentos infantiles, un grupo de mujeres quema aguardiente y hierbas aromáticas. Son las meigas del siglo XXI, brujas que no vuelan en escoba ni echan males de ojo, si no que entretienen a la parroquia con una escena más propia de la Familia Adams que de la literatura fantástica de Edgar Allan Poe. Al halo de misterio contribuye el aspecto salvaje de la zona de Tras-Os-Montes, una región tan rica en bosques, montes y pequeñas explotaciones agrícolas como pobre en carreteras, empresas y gente joven. De ahí que el padre Fontes, organizador del aquelarre, asegure que la reunión de brujas es «el mayor evento económico» de una zona que malvive del campo, describiendo a la perfección el Portugal profundo. El propio sacerdote se ha convertido en un peculiar ejemplo de pluriempleo: además de decir misa en varias parroquias del Concello de Montalegre, ejerce como curandero en la zona y regenta un hotel que durante estos días no tiene ni un cuarto libre. Todo gracias al turismo, un conjuro tan fuerte que es capaz de darle vida a una región casi muerta, multiplicando por cinco la población de una aldea perdida entre Galicia y Portugal. Para que luego haya quien se ría de la Bruja Averías.