
Crónica | Adiós a un edificio histórico Costas comenzó ayer a instalar la maquinaria que empleará para demoler esta semana uno de los edificios emblemáticos de la arquitectura de las formas
06 oct 2003 . Actualizado a las 07:00 h.La piqueta caerá inexorablemente sobre la vieja casa Barro de Viveiro en los próximos días. Es, según los expertos, el último ejemplo de arquitectura racionalista con forma de barco que quedaba en Galicia. Su inminente demolición -ayer a última hora comenzaron a instalar la maquinaria pesada que ejecutará el derribo- no tiene nada que ver con el feísmo urbanístico del que tanto se habla ahora, aunque para gustos se pinten colores y el edificio no estuviera bien conservado. Tiene que ver más bien con la necesidad de seguir abriendo Viveiro a su ría y continuar, hasta el viejo puente de la Misericordia, uno más de los paseos marítimos de la Dirección General de Costas. Cuando el mazo caiga implacable sobre los muros de la casa Barro pasará a la historia la obra del ingeniero César Barros Luther, construida en los años 1933-1934 y enmarcada en la llamada arquitectura de las nuevas formas. Recursos De nada han valido los recursos presentados por propietarios e inquilinos reivindicando protección para un edificio que consideran «parte do patrimonio cultural», por lo que «a Administración tén o deber de manter intacto, buscando unha solución alternativa». Pero la Administración decide que hay que tirar, y se tira. El destino de la casa Barro comenzó a tejerse en 1987 cuando Costas declaró la nulidad de la concesión de cien años otorgada en 1930. A los propietarios los desahuciaron el 16 de abril del 2002 por la mañana. La situación, por anunciada, no fue menos traumática. Lágrimas, abucheos, fuerzas del orden, inquilinos retirados a la fuerza... «Foi o desaloxo máis dramático de toda a democracia en España», recordaba ayer una de las inquilinas, Fina Roca, que sólo se llevó de su casa sobre la ría un disco de Beethoven (El destino), la reproducción de un homenaje a Maruja Mallo y un cartel de Castelao para promocionar el Estatuto de Autonomía de Galicia, de 1936. Propietarios e inquilinos fueron obligados a abandonar las que fueron sus casas sin indemnización ni vivienda alternativa, algunos se marcharon con lo puesto y fueron los operarios municipales los encargados de vaciar de enseres el inmueble, en teoría con destino al depósito del Ayuntamiento. Las multas por el traslado de muebles pueden alcanzar los 704 euros. Escalera A la vieja casa Barro le quedan días. El Ayuntamiento quiere rescatar algunos elementos nobles, como la escalera de roble. Pero la rabia de los propietarios sigue latente. Una anciana de más de 70 años, le pedía todavía ayer al alcalde recién llegado, el socialista Melchor Roel: «Que me devolvan a miña casiña».