Torre de la libertad y de la ecología

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MIKE SEGAR

El mundo a los cuatro vientos El edificio más alto del mundo, que sustituirá a las Torres Gemelas de Nueva York, producirá el 20% de su energía con turbinas de aire situadas en su parte superior

29 dic 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

Será el edificio más alto del mundo, pero también, aseguran sus creadores, el más ecológico. La Torre de la Libertad, pieza clave del proyecto arquitectónico que ocupará el vacío dejado por las Torres Gemelas en Nueva York, producirá el 20% de su energía a través de turbinas de viento situadas en la parte más alta del edificio. De este modo, el impacto medioambiental sobre el consumo energético de un rascacielos que medirá 533 metros (1.776 pies, en honor a la fecha de la independencia norteamericana) será «mucho menor» de lo que podría ser, asegura Daniel Libeskind, el arquitecto que fue elegido el pasado febrero para resucitar el solar creado por los atentados del 11-S. Sin embargo, la idea de incluir energía eólica en la Torre de la Libertad no es suya, sino de su colega David Childs, con quien Libeskind se ha visto obligado a negociar a instancias de Larry Silverstein, el constructor que financiará la construcción del edificio y que era el antiguo arrendatario del World Trade Center. Un culebrón La relación entre ambos arquitectos durante los pasados seis meses ha sido más parecida a un culebrón venezolano que a una colaboración profesional. Daniel Libeskind fue el ganador del concurso organizado por el Lower Manhattan Development Corporation para reconstruir la «zona cero» con su proyecto Memory Foundations. Una de sus piezas claves era el rascacielos Vertical World Gardens, de la misma altura que la Torre de la Libertad y en el que habría 64 pisos de oficinas sobre las que se elevaría una especie de espiral de cristal asimétrica inspirada en la antorcha de la Estatua de la Libertad. El interior estaría repleto de plantas y árboles. Aunque el alcalde Michael Bloomberg y el gobernador Pataki dieron el visto bueno al proyecto, el dinero para abordarlo no saldría de sus bolsillos sino de los de Silverstein, a quién la aparente inexperiencia de Libeskind en la construcción de rascacielos no le dio excesiva seguridad. En realidad, el empresario llevaba ya dos años negociando con Childs, a quién le había encargado la renovación del World Trade Center meses antes de que éste fuera atacado. Por eso Childs fue el elegido por Silverstein para dirigir la construcción de la Vertical World Gardens, que ya había sido rebautizada por Pataki como Torre de la Libertad. Pero a Libeskind no le hizo ninguna gracia que le impusieran otro arquitecto, entre otras cosas porque Child tenía en mente un rascacielos muy diferente al suyo, en el que desaparecía la espiral de cristal y cuya altura alcanzaba los 609 metros. Tras duras negociaciones Child fue nombrado Arquitecto y Manager del proyecto, mientras que Libeskind tuvo que conformarse con el título de Colaborador. Para evitar ser ninguneado, Libeskind proyectó un híbrido de ambos edificios en el que se conservaba la punta de cristal, se reducía la altura de la torre y se mantenía la asimetría del edificio proyectado originalmente. Pero Child le ignoró y el proyecto que presentó en noviembre no incluía ninguna de las propuestas de Libeskind, a quién el edificio de Child, de 604 metros, le parecía demasiado mastodóntico y ajeno al proyecto general de la zona. Durante el último mes, Libeskind trató de persuadir a las autoridades para que le escucharan, y finalmente consiguió que Child fuera obligado a negociar. Ambos han llegado a un consenso cuyo resultado se presentó la semana pasada. «Diseñar la Torre de la Libertad va a ser lo más fácil», había vaticinado Pataki en octubre. El gobernador, obviamente, pecaba de optimista ya que el primer acuerdo ha costado meses de sudor, amenazas, tensiones y broncas y de aquí al 2008 que se prevé su finalización, la guerra puede volver a reanudarse. Eso sí, parece que la ecología es la única que ha salido victoriosa del campo de batalla.