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Año y medio de desesperación

La Voz

GALICIA

La prensa europea desvela la historia de desolación de Vitali Kaloyev, presunto asesino del controlador de Zurich que provocó el accidente en el que murieron 71 personas

28 feb 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

2 de julio de 2002. Aeropuerto del Prat. Dos de la madrugada. Un hombre solitario que pasea por la terminal recibe la peor noticia de su vida: su mujer, su hija de cuatro años y su hijo de once no llegarán en el vuelo que espera. Acaban de morir en un accidente de aviación ocurrido sobre el lago Constanza. El hombre se llama Vitali Kaloyev, tiene 47 años y no puede creerse la noticia. Durante cinco horas se frota el rostro con las manos, se tumba sobre los asientos de la terminal, camina arriba y abajo... No puede creerlo. A las siete de la mañana, finalmente, dos guardias de seguridad le acompañan hasta un avión que lo llevará a Zurich, camino del lugar del siniestro. Aquel día comenzó la peor pesadilla de Vitali, el hombre hoy detenido como presunto autor del asesinato de un controlador aéreo en Zurich que, a su vez, fue el responsable de que dos aviones chocaran en pleno vuelo causando 71 muertos. En uno de ellos viajaban la esposa y los hijos de Kaloyev. La detención de este ingeniero ruso que trabajaba en Cataluña ha sacado a la luz algunos detalles de su trágica peripecia desde aquella madrugada en el aeropuerto de Barcelona hasta la que presuntamente ha sido la consumación de una terrible venganza. Ayer, varios periódicos europeos especulaban con una siniestra tradición de algunas repúblicas caucásicas según la cual las víctimas de un crimen deben ser vengadas directamente por alguien de su propia familia. Sea cierto o sólo una fabulación producto del interés de la opinión pública hacia este crimen, lo cierto es que Vitali pasó diez días entre los restos del accidente aéreo buscando hasta que encontró el cadáver de su hija: «parecía un ángel caído del cielo», dicen que dijo. También fue el último de toda la expedición de familiares de las víctimas del accidente (mayoritariamente niños), en abandonar la zona del siniestro. A nadie le extrañó. Especialmente a quienes le oyeron jurar en los funerales que encontraría al controlador responsable de la matanza. Y, presuntamente, lo hizo. Un altar en la habitación La desolación de Vitali era conocida por su hermano, que ayer aparecía en la prensa rusa respondiendo a la pregunta de si creía que su hermano había perdido el juicio: «¿Es que se puede seguir siendo una persona perfectamente normal cuando se ha sufrido lo que él sufrió?». Viendo el aspecto de la habitación en la que Vitali recordaba a su familia desaparecida, es mucho más sencillo imaginarse a este hombre vagando por el edificio sin poder conciliar el sueño para acabar llorando frente a las tumbas de sus familiares y, tal vez, alimentando el odio hacia quien consideraba como responsable de la muerte de sus seres queridos. Mientras, la prensa suiza se pregunta cómo es posible que, conociendo las amenazas contra el controlador, no se le hubiera dotado de una protección especial. El hermano del detenido se hacía otras preguntas: «¿Cómo se puede calificar al director de Skyguide (la empresa de control aéreo) que no se dignó pedir excusas? ¿Cómo calificar a un país que no ha hecho nada para castigar al director ni al controlador?». Lo cierto es que Vitali sigue detenido y probablemente será acusado. La pregunta ahora es si su alma atormentada se encuentra mejor tras la muerte del controlador.