El mundo a los cuatro vientos El mito del baloncesto confesó en un programa de televisión que estuvo enganchado al juego, aunque añadió que no puso en peligro el bienestar de su familia y que ha superado el problema
20 oct 2005 . Actualizado a las 07:00 h.El mito, vencido por el juego. Michael Jordan (Brooklyn, 1963) admitió que fue adicto a las apuestas en una entrevista concedida al programa 60 minutos , de la cadena estadounidense CBS. El espacio será emitido el próximo domingo. Entonces el mundo escuchará de los labios de la leyenda cómo Air Jordan casi pierde sus alas en los casinos. «Es cierto que hubo situaciones donde yo mismo me coloqué en el dilema de no poder levantarme y salir del casino, y llegué al límite. Fui un estúpido», reconoció. Añadió que nunca llegó a poner en peligro su carrera profesional ni el bienestar de su familia y aseguró que ya ha superado el problema. La afición de Jordan por el juego se conocía, hasta se mencionaba como una de las causas de su divorcio, junto con las infidelidades, pero hasta ahora era contemplada como una anécdota y no como un inconveniente. Una especie de herencia de su padre, James Jordan. Tras ganar seis anillos de la NBA y ser el máximo anotador en diez ocasiones, el mejor jugador de la historia podía permitirse un poco de diversión. El golf, las apuestas en Atlantic City con personajes de dudosa reputación y los puros de grandes dimensiones eran las constantes de su retiro dorado. Hace casi un año, el rey del baloncesto jugó al golf con Severiano Ballesteros en Valencia. Apostó 45 euros a que él sería mejor en los últimos nueve hoyos. Y ganó. Jordan explicó ante las cámaras de la CBS que su espíritu competitivo no se apaciguaba ni en la mesa de póquer. La misma voracidad que lo elevó por encima de Charles Barkley y Jonh Stockton y de todos los astros del baloncesto de su generación, lo ataba a las mesas de los casinos. Pero allí quien ganaba era la banca. Y él no podía soportarlo. Simplemente no estaba acostumbrado. Porque Jordan fue el mejor. Y porque fue también el primer deportista que se convirtió en una marca mundial, en un activo económico. Ganaba partidos, títulos y mucho dinero. Y sus cuentas todavía siguen nutriéndose del mismo modo. Coca-Cola, Nike y McDonald's lo eligieron como imagen de sus firmas en los ochenta y los noventa, ocupó la portada de Sports Illustrated en 51 ocasiones e incluso rodó una película junto a Bugs Bunny. Sus dos regresos a la NBA dispararon los beneficios de las empresas a las que representaba. Sus decisiones influían en la economía de multinacionales. El estadounidense todavía figura en el puesto 16 en el ránking de celebridades más influyentes de la revista Forbes . Y sigue siendo de los personajes mejor pagados del mundo del deporte. Sus ganancias están por encima de muchas estrellas en activo. Se calcula que el año anterior ingresó unos veintisiete millones de euros. Nike ahora comercializa una línea de productos denominada Jordan y el ex jugador se lleva un suculento porcentaje de todas las ventas. Y está su nuevo libro, Driven from Within , en el que detalla las experiencias vividas durante su carrera deportiva. El mito aún es muy rentable. Él representa la época dorada de la NBA, de los Chicago Bulls, del dream team . Y los estadounidenses añoran aquellos viejos tiempos en los que Europa no podía ni toserles bajo el aro. En los que Jordan, tras superar el asesinato de su padre y su fracaso en el béisbol, resucitaba una vez más en una cancha de baloncesto y levitaba sobre el parqué. Cuando Jordan ganaba todas sus apuestas deportivas.