Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

Otra rosquilla

LOIS BLANCO

GALICIA

ÁLVARO BALLESTEROS

FRUSTRADAS las expectativas de que la crisis provocada por Bono en el Gobierno de Zapatero se llevase por delante a la ministra de Fomento, habrá Magdalena Álvarez para otro rato.

08 abr 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

El viaje que esta semana hizo a Galicia para vernos, en cambio, no defraudó. El magnetismo que deben poseer los ministros atolondró a los dirigentes socialistas que le hicieron séquito hasta el extremo de asentir, incluso, cuando afirmó que las obras de infraestructuras comprometidas se iban a cumplir en los plazos, aunque lamentaba no acordarse exactamente de cuáles son. La indiferencia que mostró hacia nosotros con ese gesto casi se aproxima a la de aquellos otros ministros que regresaban a Madrid con los zapatos encharcados de chapapote pero decían en la televisión que las playas estaban esplendorosas. Magdalena Álvarez se acuerda de los compromisos como los otros veían el chapapote, pero prefiere no repetirlos porque sabe que no se van a cumplir. A cambio, ofrece tres millones de euros para apoyar a la Xunta de Touriño a pagar con fondos públicos el peaje de la autopista del Atlántico para aquellos que salgan de O Morrazo y vayan para Vigo o viceversa, y para los que recorren el minitrayecto A Coruña-A Barcala. Los miles de personas que se beneficiarán de cruzar Rande gratis no tienen la culpa y enhorabuena para ellos, pero la medida es otro parche a una autopista con remiendos. Mientras los sucesivos Gobiernos han ido prorrogando casi a escondidas la concesión privada de la explotación de la AP-9, fueron embaucándonos vendiendo tramos gratis como rosquillas. Calvo Sotelo inició la construcción de la vía, Felipe González prorrogó la concesión hasta el 2023 porque la empresa estaba en quiebra y Aznar la envió al 2048. Para entonces, él será nonagenario. A cambio de empeñar años de peajes, se fueron estableciendo parches gratuitos para la circulación local: el primer tramo fue Santiago, donde la AP-9 actúa de circunvalación, le siguieron Pontevedra sur y norte, Vigo-Puxeiros y Fene-Ferrol. Nos dan rosquillas, pero no el pastel. El efecto de esta política a lo largo de los años ha frenado la innegable capacidad de integración que posee la autopista que cruza la fachada atlántica de Galicia. Son rosquillas, porque a un señor que se sube al coche en Ferrol para ver a unos parientes en Tui la cartera le queda temblando como hace un año: treinta euros ida y vuelta. El tráfico a lo largo del eje nunca se ha beneficiado de ninguno de esos parches, pero la concesión privada se ha estirado como un chicle. Alguien debería echar números y sumar el coste que han tenido y tendrán a lo largo del tiempo los seis tramos gratuitos de la AP-9 para los administrados. Seguro que otros, y no los que somos usuarios, se comen el pastel.