Los restos mortales de Miguel Ángel Blanco Garrido, asesinado por ETA en julio de 1997, ya descansan en el cementerio de Faramontaos (A Merca), adonde fueron trasladados el pasado día 23 desde Ermua, con total discreción. El coche fúnebre partía de mañana para llegar a Ourense pasada la media tarde. «Os restos foron enterrados no panteón familiar ás sete, e ás dez chamamos aos pais», señaló Aurelio Garrido, hermano de la madre, la cual había encargado a sus dos hermanos el traslado. Y así fue. Uno hizo las gestiones en Ermua, obteniendo el permiso oficial el día 12 y el otro recibió los restos en el pueblo natal de la familia.
El féretro llegó envuelto en una funda especial y en la más estricta intimidad. El sacerdote rezó un responso ante no más de diez personas al tiempo que los restos eran bajados al sepulcro, de reciente construcción. No estaban los padres ni la hermana de Miguel Ángel. No querían revivir la tragedia. Los vecinos de Ermua deseaban en la villa los restos del edil del PP asesinado, pero sus padres, tras diez años de permanencia en el cementerio vasco, decidieron llevarlos al pueblo materno. «A nai quixo ser avisada ao acabar de soterralo, non quería vivir un segundo enterro. Miguel Ángel xa está onde ten que estar», afirmó su tío Aurelio. El alcalde de A Merca, Manuel Velo, también fue avisado días después y dice que instalarán un segundo monumento al edil en un monte. El párroco, Manuel Rodríguez, confirmó que el domingo al mediodía habrá una misa por Blanco.
Sus padres viven en Vitoria e iban poco a Ermua. El traslado de los restos al pueblo supuso en cierto modo un alivio emocional para toda la familia. Los padres acudirán posiblemente a principios de año. «Agora virán máis», indicó Aurelio.