Un casco antiguo de cinco estrellas

José Alonso Quelle

GALICIA

La peatonalización de un centenar de calles, el tratamiento de fachadas, las zonas verdes y cien estatuas al aire libre hacen de la capital astur un referente urbanístico

11 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Entrada la tarde un equipo de limpieza baldea el entorno de El Fontán, donde se ha celebrado un mercadillo. El Fontán, una plaza porticada rectangular en pleno casco histórico de Oviedo que data del siglo XVII, es un punto de visita obligada para los turistas. El lugar, como toda ciudad, presenta instantes después un aspecto pulcro, de una limpieza añorada.

Un hombre con acento castizo comenta a su pareja: «¿Te has dado cuenta de que desde que hemos llegado a Oviedo no hemos visto ni un solo contenedor?». Un novedoso sistema de recogida de basura, puerta a puerta, ha hecho de Oviedo una de las ciudades más limpias de España. Con medidas así Oviedo se ha convertido en un lugar diferente. Afirmarlo no es pretencioso. La capital de Asturias puede presumir de haber acuñado una nueva forma de hacer urbanismo: el modelo Oviedo.

La ciudad se ha ganado para el peatón y pasear por sus calles se convierte en un verdadero placer, por un casco histórico protegido en el que no se ve ningún solar abandonado, ninguna edificación en ruinas. Las pocas que están en obras -como ocurre en el entorno de la plaza de la catedral- lucen unas lonas con fachadas pintadas o bien andamios que sujetan los frentes para conservarlos. En cualquier caso, son excepción. Oviedo es hoy una ciudad viva y efervescente.

El modelo Oviedo ha pasado por peatonalizaciones masivas (unas cien calles); el tratamiento de fachadas con fondos públicos; la decoración de espacios comunes, y la plantación de arbolado.

La entrada de la autovía desde Galicia aboca a la plaza de la Escandalera y al Campo de San Francisco. Es la primera grata sorpresa. Un parque de 90.000 metros cuadrados, un pulmón más de una ciudad que presume de tener un millón de metros cuadrados de parques y jardines. El aparcamiento exige pagar: zona azul o párking subterráneo, que abundan para compensar las peatonalizaciones. A un paso aparecen los primeros majestuosos edificios, la Junta General, el Teatro Campoamor... y cruzando la calle Uría, a poca distancia, el casco viejo. En La Escandalera se erige la primera de las noventa estatuas que han hecho de Oviedo un museo al aire libre. Es La Maternidad , de Fernando Botero, una de las más fotografiadas. De camino a la catedral, epicentro histórico de Oviedo, destacan las fachadas remozadas, con sus llamativos colores, y las alineaciones de árboles. En 1984 en Oviedo había 294. Hoy se cuentan más de 4.600.

El casco medieval-barroco está muy bien conservado, pero Oviedo no deja de crecer, como capital cultural, administrativa y de servicios de Asturias. Y si bien el urbanismo sigue provocando debate -ahora con un polémico proyecto de Calatrava de tres torres-, el sabor que deja es el de una ciudad deliciosa.

En la calle Milicias Nacionales hay una estatua de Woody Allen, un enamorado confeso de Vetusta y uno de sus mejores embajadores. Los turistas no pierden oportunidad de retratarse con ella. Los ovetenses pasan a su lado indiferentes. Uno recomienda: «No se pierda La Gascona, el bulevar de la sidra». La ciudad parece hecha para recuperar el gusto por callejear. Cae la tarde y la iluminación nocturna vuelve a sorprender. Las calles rebosan de gente. No hay ni un coche que moleste.