A la primera mujer de la historia que preside el Parlamento gallego la sucederá otra. La pontevedresa Pilar Rojo será la persona encargada de tomar el testigo de la socialista Dolores Villarino para presidir la Cámara autónoma durante la octava legislatura, que dará comienzo tras la sesión constitutiva del próximo miércoles. El nombre de Pilar Rojo, arquitecta de profesión y que irrumpió en política de la mano de Mariano Rajoy, fue propuesto formalmente por el Partido Popular, que tiene la mayoría absoluta necesaria para convertirla en la segunda autoridad del país.
Rojo está, por tanto, bien posicionada para erigirse en la sexta presidenta de la Cámara gallega, tras Antonio Rosón, Tomás Pérez Vidal, Victorino Núñez, José María García Leira y Villarino. Además, deberá tomar las riendas del poder legislativo en una situación muy parecida a la que tuvo que vivir el bipartito del PSOE y el BNG, pues, al igual que ocurrió en los últimos cuatro años, la mayoría del PP también penderá de un hilo, ya que se limita a un único escaño.
Evitar sorpresas
En estas circunstancias, el papel de la presidencia de la Cámara y su capacidad para dirigir los debates y manejar los tiempos se presume cuando menos fundamental para evitarle sorpresas al PPdeG y que pueda ganar todas las votaciones. En eso, los socios del bipartito, bajo la batuta de Dolores Villarino, se mostraron infalibles, pues ganaron todos los proyectos sometidos a votación. El único resbalón que se produjo en todo ese tiempo fue una iniciativa promovida el pasado mes de junio por el PP para mejorar las condiciones de las viudas gallegas, apoyada por despiste por la propia Villarino, algo por que acabó pidiendo perdón.
Ante esta tesitura el conocimiento de los vericuetos del reglamento del Parlamento va a ser fundamental, de ahí que Pilar Rojo necesitará por fuerza estar acompañada en la Mesa de algún diputado experimentado del Partido Popular, al que también corresponden los puestos de secretario y vicepresidente primero de la Cámara.
Con la propuesta de Pilar Rojo para ocupar la presidencia del Parlamento, el futuro presidente de la Xunta, Núñez Feijoo, hizo toda una demostración de su particular forma de tomar decisiones, impidiendo a toda costa las filtraciones. La receta seguida fue de libro. Para empezar, en su entorno se dejó caer en varias ocasiones que las personas que fueron conselleiros en los Gobiernos de Fraga no irían en las listas del PP ni tampoco serían conselleiros ahora. Rojo fue, en gran medida, la excepción.
La segunda fase de la jugada la anunció Feijoo hace unos días, cuando le pidió a los diputados que le sugirieran nombres, pese a que probablemente ya tenía su decisión tomada. Y tras esa consulta formal, anunció la opción de Pilar Rojo.