La posibilidad de que cree una fundación de ideas inquieta a la dirección socialista
16 may 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Fue la solución del PSdeG durante un decenio, pero para buena parte de sus correligionarios se convirtió en un problema desde el minuto uno de la derrota electoral, a pesar de su rauda dimisión.
Emilio Pérez Touriño despejará su futuro después del verano. Al menos es lo que asegura quien en el 2005 pactó con el BNG y desbancó a Fraga del poder autonómico. El ex secretario general de Infraestructuras con Felipe González recuerda ahora que el sevillano tuvo una larga etapa de descompresión, tras su dilatada travesía de la Moncloa.
«Estou ordenando a miña vida e tomarei unha decisión á volta do verán», sostiene el ex presidente, ya plenamente consciente de haber tocado tierra. «Vou ao quiosco de toda a vida a comprar os xornais, ordeno caixas de libros e papeis, ¡hai que ver a de cousas que se acumulan!, e celebro a visita da miña familia de Madrid», asegura el ex jefe del Gobierno gallego, al que hace poco le tocó soplar en un control de alcoholemia, como a cualquier vecino.
«Descarto seguir na primeira fila da vida política activa», observa con meridiana claridad Touriño, que ha aplazado unos meses, hasta después de agosto, la decisión que le llevará a acogerse al estatuto de ex presidente -dos años de sueldo, con secretaria y coche oficial- o a entrar en el Consello Consultivo, posibilidad que él mismo impulsó legislativamente para solucionar el futuro de Fraga y demás próceres galaicos que asumieron el bastón de mando de la Xunta.
Touriño es ahora un diputado sin galones, un parlamentario cuasi mudo. Asiste a las reuniones del grupo pero ejerce taciturno, para no suscitar interrogantes que podrían resultar incómodas en esta nueva etapa, tan acelerada como cicatrizante, conducida por Pachi Vázquez, tras el revés electoral.
La posibilidad de constituir una fundación para aportar ideas está en el horizonte del ex presidente, pero lo que no está claro es que, finalmente, vaya a traspasar esa frontera. La opción inquieta en las filas socialistas, en donde hay quien ve en esa entidad un contrapoder evidente, de la misma manera que José María Aznar somatiza en ocasiones a la FAES, con gran sobresalto para Mariano Rajoy. «Non consta sequera que esa sexa a súa intención», puntualizaron ayer fuentes de la dirección socialista, que tienen claro que Touriño «vaino deixar sen présa, con dignidade e respecto».
El ex presidente dispone de un despacho en la zona inferior del Parlamento, de los nuevos, subrayan sus correligionarios, y lo recogen casi todas las mañanas en coche oficial para trasladarlo desde su piso compostelano al edificio de O Hórreo. Tiene también escolta, aunque el propio Touriño advierte de que esta situación reglamentaria le resulta un poco insólita, porque ha retornado a una vida convencional.
«¿Ten falado estes días con Quintana?». «Non, non...». Los perfiles del bipartito se difuminan tras la respuesta y Pérez Touriño dice que de lo acontecido en los últimos cuatro años daría para escribir una novela.
Cuando Winston Churchill dimitió, por razones de salud, se dedicó a pintar y a escribir. Felipe González se enganchó a las conferencias, a labores de asesoramiento y hasta a diseñar pendientes de señora para Elena Benarroch; tan duro resulta en ocasiones llenar el vacío de poder.
Touriño se ha acoplado a la cotidianeidad, aunque mantiene todas las incógnitas abiertas sobre su futuro inmediato. Y es precisamente este silencio el que más perturba a los suyos, que lo han puesto en un carril de desaceleración, en la convicción de que más pronto que tarde se detendrá.