Ocurrencias gestadas en período preelectoral sufren en toda Galicia el más absoluto de los olvidos por su coste e inviabilidad. Solo sus arquitectos han sacado provecho
14 jun 2009 . Actualizado a las 02:31 h.Galicia podría ser el país del diseño o el museo de la vanguardia constructiva con que solo la mitad de los proyectos presentados y pagados en la última década se hubiesen llevado a cabo. La reordenación del puerto de Vigo presidida por una enorme torre firmada por el prestigiado Jean Nouvel es el último proyecto que ha entrado en vía muerta. Su alto coste, 300 millones de euros, y su cuestionada viabilidad, llevan camino de recortar por segunda vez una idea que debería inaugurarse el año que viene, pero que no cuenta ni con su primera piedra.
Pero el caso de Vigo no es único en Galicia, aunque en dicha ciudad se acumulen una docena de maquetas presentadas ante centenares de invitados que nunca superarán la fase de la ocurrencia política y su traducción a cartón o Power Point. Si en Vigo nada se sabe del World Trade Center de Caballero, el nuevo Balaídos, el multiusos de Siza, la plaza de la Concordia de Bofill, el Palacio del Agua, la Colina Encantada, el botánico de Cabral o la Ciudad del Mar, A Coruña no se queda atrás. La reforma del litoral de Bofill, la Casa de los Antepasados prometida para el 2007 en Elviña, el jardín japonés de Portela para el monte de Outeiro, las pinturas de Ibarrola en las chimeneas de Repsol, los museos del cómic, de las energías alternativas, las plantas o el de las mariposas se han quedado en el plano o en maquetas perdidas, como diez polígonos residenciales del plan del 98.
Santiago abrió la espita
La estela de las dos mayores ciudades de Galicia prendió incluso antes en Santiago, donde la contratación también de afamados arquitectos ha hecho a su consistorio desembolsar millonarios honorarios a cambio de reproducciones de ocurrencias gestadas, como en el resto de Galicia, en su mayoría en período preelectoral. Sir Norman Foster se llevó 751.000 euros por la maqueta de la torre de telecomunicaciones oval con la que Xerardo Estévez desató a principios de los noventa la fiebre por la arquitectura de marca en Galicia. Bugallo lo imitó seis años más tarde con Nouvel y la finca do Espiño, una urbanización para ancianos.
Pero hasta las ocurrencias se pueden traspasar. En Ourense el BNG adoptó Cara ao novo milenio del PP y solo le cambió el nombre Auria verde, porque después de diez años no hay nada más de dicha urbanización.