La política autonómica se disputa con el campo embarrado

GALICIA

El aumento de la tensión eleva el tono del PSOE, carga las pilas del PP y le achica el espacio a un Bloque desdibujado

14 jun 2009 . Actualizado a las 02:31 h.

Cuatro meses tardó el PP en reponerse de la caída de Fraga. Su reacción contra el bipartito de Touriño empezó aquel 23-N del 2005, cuando 200 alcaldes y concejales -entre ellos los pata negra reclutados por Baltar en Ourense- intentaron asaltar el pazo de O Hórreo para protestar por la suspensión de obras comprometidas, incidentes que llevaron a la ex presidenta de la Cámara a tachar la horda popular de «golpista». Cincuenta días les bastaron ahora al PSOE y al BNG para tensionar la vida política y demostrar que están decididos a jugar en campo embarrado y al patadón.

«Nin cen días, nin cen horas, nin cen minutos» fue la advertencia que Pachi Vázquez le lanzó a Feijoo, antes incluso de convertirse en secretario general del PSdeG para remarcar que no le daría tregua a la nueva Xunta. El PP tomó nota del recado -Feijoo aún lo recordó esta semana- y pasó del descrédito a la perplejidad al comprobar que en cuestión de días los socialistas ya estaban disparando con calibre grueso contra los conselleiros Rueda y Hernández, el delegado de Ourense e incluso contra al Gobierno en pleno por la supuesta falta de paridad.

La octava legislatura autonómica arranca bronca y a estas alturas quedó claro que el socialismo populista que emerge desde O Carballiño no se parece en nada a la gauche caviar de Touriño y que aún reivindican desde la toupeira de O Hórreo (el sótano donde se ubican los despachos de los diputados) la tríada formada por Ismael Rego, López Vidal y María José Caride.

«La tensión nos la metió el PP», dice una responsable socialista, en línea con lo que expone otro diputado que argumenta que «agora tocaba defenderse das patadas que nos deron nas autonómicas». Los populares, a su vez, se pertrechan rebuscando debajo de las alfombras para aguantar las embestidas y mantener a la oposición a raya. «Si Pachi [Vázquez] quiere juego sucio, lo va a tener», advierte un parlamentario, que se sonríe con el folletín de las sillas de San Caetano cuyo paradero, se teme él, acabará desvelando.

Las sucesión de plantes en el Parlamento, la dura confrontación sobre el gallego que PSOE y BNG le devuelven ahora al PP o la judicialización de varios casos que afectan al Gabinete de Feijoo son tan solo tres aspectos que retratan a una oposición dispuesta a jugar con barro en las botas. Pachi Vázquez, además, alienta esta tensión. Suya es la expresión del «campo embarrado», que utiliza a la que puede para animar a su gente a saltar a la cancha contra el PP.

El aumento de la tensión permite que el PSOE gane tono y se convierta en una oposición non-stop , al PP le carga las pilas y a la presidenta del Parlamento, Pilar Rojo, la empuja a hacer un verdadero máster en política. En cambio, al Bloque le achica el espacio por rodar al ralentí, hasta el punto de ser superado por el PSdeG o los sindicatos en la defensa de su razón de ser, la lengua gallega, lo que evidencia que los nacionalistas sumaron a las dos debacles electorales un desmoronamiento organizativo que lo está desenganchando de los movimientos sociales en los que estaba incardinado antes de llegar a la Xunta.