Dos son los peligros que más afectan a los pinos: el nematodo Bursaphelenchus xylophilus, un gusano que causa estragos en Portugal; y, sobre todo, el Fusarium circinatum, un hongo muy dañino que llegó a la cornisa cantábrica procedente de Estados Unidos. A este último se le conoce como el cáncer del pino, ya que tiene, asimismo, una gran capacidad de diseminación. Además de su propagación en el monte, también puede transmitirse por las semillas y de una planta a otra. La especie de pinos más vulnerable a los efectos del hongo es el Pinus radiata, y que muchos propietarios forestales llevan decenios plantando para destinar la madera a la industria de trituración para tableros.