Cada diputado gallego cobra por término medio unos 4.500 euros mensuales. Esa es la suma del salario base garantizado y complementos variables por ejercer portavocías, presidir órganos parlamentarios o, cómo no, el kilometraje. A dietas y pernoctaciones no tiene derecho, salvo en el caso de los miembros de la Mesa (José Manuel Baltar, José Manuel Balseiro, Ricardo Varela y Anxo Quintana), que aparte de tener coche oficial perciben un salario bruto de casi 9.000 euros. La presidenta, Pilar Rojo, supera con creces esa cifra.
Al margen del kilometraje, los 75 diputados tienen derecho a disfrutar de peajes gratis en las autopistas de Galicia. La concesionaria se encarga de enviar el recibo a la casona de O Hórreo cada vez que cruzan una barrera.
También disfrutan los parlamentarios de la prerrogativa a utilizar el transporte público de forma gratuita, pero esta opción es utilizada tan solo por una pequeña minoría, en gran medida por la falta de competitividad del servicio.
Este no es el caso, por ejemplo, de la línea ferroviaria que enlaza A Coruña y Santiago, frecuentada habitualmente por diputados como Mar Barcón, José Manuel Lage Tuñas o Francisco Cerviño. Renfe se encarga de notificar al Parlamento los días que la usan y, eso sí, en esa jornada no pueden cobrar otro kilometraje. También la nacionalista Carme Adán se sube alguna vez al tren que une Santiago y Vigo, un servicio que dista mucho de ser más competitivo que el automóvil para los electos que se desplazan a Ourense, a Ferrol, al sur de Pontevedra o a A Mariña luguesa.