Cuando todavía no se avistan los carteles que indican Ponferrada desde la autovía a Madrid, un edificio alto y marrón anuncia que la ciudad está cerca. «Es el más alto de Castilla y León», cuenta el conductor de un taxi que, por minutos, ejerce de cicerone. El inmueble, destinado a oficinas y viviendas, está en uno de los barrios de creación más reciente de Ponferrada. Es La Rosaleda, donde está el centro comercial al que peregrinan cientos de habitantes de Valdeorras para hacer la compra.
Pero durante la semana hay poco movimiento en el barrio. Establecimientos abiertos en los bajos aparecen pocos. Hay que buscar para encontrar. La mitad de las viviendas parecen vacías. Los carteles en las ventanas son un indicio de la desertización del lugar. «En principio habían proyectado unas 5.000 viviendas, luego construyeron la mitad y, con todo, cerca de la mitad aún están vacías», anota el guía.
El barrio es una rotunda metáfora de la burbuja inmobiliaria. Pero el desempleo en la construcción tocó a firmas de fuera, no tanto a bercianas. «La construcción aquí operaba subcontratando, fundamentalmente empresas que venían de Portugal», apunta CC.?OO.