Las constantes escapadas de Feijoo para proyectar su imagen en España empiezan a monopolizar las críticas de la oposición
06 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Cada vez que se desplaza a Extremadura evoca aquellos días de agosto en los que, durante cinco años, se recluía en un monasterio pacense a descansar. Si la anfitriona es Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz, piropea a la ciudad diciendo que es la «capital iberoamericana por excelencia». El presidente de la Xunta está exprimiendo sus constantes visitas a Sevilla, Logroño, Bilbao, pero sobre todo a Madrid, para proyectar por toda España la imagen de líder emergente del PP, un asunto que en Galicia empieza a monopolizar el debate político y al que se agarra la oposición para criticar que Feijoo utilice el Gobierno autonómico como una «pista de despegue» para vuelos de mayor altura.
A estas escapadas de fin de semana ya le echó el ojo el líder del PSdeG, Pachi Vázquez, cuando en una sesión de control del Parlamento acusó a Feijoo de utilizar los recursos gallegos para ir «de plató en plató» por España en vez de gobernar Galicia. El asunto volvió a saltar esta semana a la palestra, cuando el portavoz del BNG, Carlos Aymerich, lo recriminó porque «como mínimo pasa dous días á semana fóra», mientras su homólogo socialista, Xaquín Fernández Leiceaga, reforzaba esta idea tras la reunión de la junta de portavoces: «Anda de bolos por toda España para promocionar a súa figura».
En su primer año de Gobierno, Feijoo ha cultivado esta doble dimensión, la de un político que guarda la ropa en el armario de Monte Pío, pero que el fin de semana puede desatarse los cordones en cualquier punto de España, Londres o México, lo que, de algún modo, le ha llevado a convertirse en el hombre de moda del PP, en el Gallardón del momento, debido al declive político iniciado por el alcalde de Madrid por sus constantes pulsos internos con Esperanza Aguirre. «Es un buen príncipe azul de la política», declaró a modo de resumen la jovencísima diputada Sara Dueñas (PP), alcaldesa a la vez del municipio segoviano de La Losa.
Las expediciones de Feijoo son una cuestión política en sí misma. A diferencia de Manuel Fraga, que en sus mandatos asumió riesgos viajando a Cuba o Libia consolidando así su omnipresente liderazgo en Galicia, Feijoo traslada la sensación de estar de paso, pues igual que llegó inesperadamente a la Xunta como una joven promesa, podría tomar la vía de salida hacia Madrid para confrontar con un Zapatero al que siempre busca con sus críticas.
El camino trazado por el líder del PPdeG es inverso al que recorre el ministro de Fomento, José Blanco, que dedica los fines de semana a prodigarse por A Fonsagrada, Cervo o Caldas de Reis, donde se deja querer por alcaldes y militantes socialistas, mientras Feijoo busca el cariño más allá de Pedrafita.
El portavoz parlamentario del PP, Manuel Ruiz, hizo su particular lectura de las críticas de la oposición a los viajes de Feijoo: «Están doentes de que o presidente de Galicia sexa querido e admirado en toda España». Dolidos o no, sí hay un aspecto que acentúa la campaña personal de Feijoo con sus viajes, y es que podría trasladar la sensación de que no está llevando el timón en todo momento.