El boxeador, que inició el recorrido en León, tiene previsto llegar a Compostela el próximo 29 de agosto.
25 ago 2010 . Actualizado a las 10:25 h.Si las cuentas de victorias no fallan, el boxeador Javier Castillejo (Parla, Madrid, 1968) ha sido ocho veces campeón del mundo: seis en la categoría de superwélter y dos en la de peso medio. Ostenta también varios récords a nivel europeo y español. No obstante, hay algo a lo que sus puños ni siquiera intentan hacer frente: las bondades y las experiencias del Camino de Santiago. Castillejo, más conocido como el Lince de Parla, ya se ha subido al cuadrilátero de esta ruta en cuatro ocasiones, siempre por el Camino Francés, «quizás porque es el más conocido». En esta ocasión, año santo, salió de León el 19 de agosto. Tienen previsto llegar ya a Compostela este próximo domingo, día 29.
En buena compañía peregrina pasó aquí la tarde y la noche del lunes. «En realidad salimos tres de León, pero el Camino es tan especial, vas haciendo tantos amigos, que después ya somos más», confesaba mientras removía, servía y saboreaba una espirituosa e improvisada queimada. Los otros dos son José Infante y Luis Aguado.
Camisetas de su escuela
Animada la velada (la bebida de aguardiente quemada, granos de café y fruta calma los posibles males peregrinos por momentos), en medio de un corrillo, la jornada de anteayer se acercaba a su fin en medio de vítores deportivos. «A por ellos, oé», coreaba el púgil español en medio de peticiones de fotografías o autógrafos.
Retirado ahora del cuadrilátero, del que se despidió con un sabor agridulce, pero nunca desvinculado del deporte que marcó su vida, portaba una camiseta que rezaba: «Escuela de boxeo Javier Castillejo». La ha inaugurado no hace mucho en Parla. En chanclas pese a la lluvia repentina que ese día regó O Cebreiro, se confesaba un habitual de la ruta jacobea.
Aguado, su compañero, es uno de los contagiados por su afición. «Javier me ha hablado tanto del Camino que me ha convencido. Estamos muy ilusionados. Nuestro motivo no es otro que vivir el Camino en toda su extensión». Son, como ellos dicen, «peregrinos, peregrinos». Duermen en los albergues, de los que señalan «un ambiente muy sano». «Es suficiente con un trato agradable y unas mínimas condiciones. Y las hay», explicaba Aguado. «Galicia ya nos gustaba de antemano, pero esto es otra cosa. Si hay algo seguro es que volveré y, todavía mas, que volveré de nuevo con Javier». Los nuevos en esto iban preavisados de la dureza del tramo que asciende hasta O Cebreiro, pero lo superaron sin mayores dificultades. Quizás por eso lo celebraron por todo lo alto (y en todo lo alto), con esa queimada «que han hecho a propósito para nosotros, todo un detalle». ¿Les sentaría tan bien el madrugón pos-meigallo?