El resultado electoral en las dos ciudades medirá el éxito o el fracaso del 22-M
14 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Desde que Francisco Vázquez tomó el relevo de López Menéndez, en 1983, A Coruña enarboló mejor que ninguna otra ciudad gallega el estandarte del poderío local socialista, un bastión contra el cual el PP poco más pudo hacer que reciclar candidatos. Pontevedra, en cambio, mantuvo una larga tradición de gobiernos conservadores, que Fernández Lores interrumpió hace más de una década para convertir la ciudad de Mariano Rajoy y de Alfonso Rueda en la principal referencia nacionalista. A Coruña y Pontevedra son, junto con las diputaciones, los principales campos de la batalla electoral del 2011, pues el resultado en ambas permitirá medir el éxito o el fracaso de los tres grandes partidos en unos comicios teñidos por los efectos de la crisis y la influencia del desgaste de Zapatero.
A seis meses vista de la cita con las urnas del 22-M, PP, PSdeG y Bloque afrontan las locales en una situación muy diferente. La izquierda está inmersa en su propia travesía del desierto desde que perdió el control de la Xunta, aunque posee resortes sólidos en el plano local. Para que los de Pachi Vázquez salgan airosos de la contienda, deberán mantener sus alcaldías urbanas y al menos la Diputación de A Coruña, que gobernaron incluso en dos etapas diferentes del fraguismo. Al BNG se le medirá de forma simbólica en Pontevedra, por la capacidad de Lores de retener el mando en plaza frente a la doble amenaza de Telmo Martín y Antón Louro.
A su vez, el PP deberá confirmar si la reconciliación con el electorado del 2009 -Feijoo logró 33.000 votos más que Fraga en el 2005- le permite conquistar las ciudades que cree tener más a tiro, A Coruña y Pontevedra, y recuperar el dominio de las cuatro diputaciones, que el PP ya tuvo bajo su paraguas entre 1995 y el 2003, cuando en la circunscripción coruñesa logró rebasar la barrera del 40% de los votos, es decir, cinco puntos más de lo que obtuvieron los de Feijoo hace tres años y medio.
La Andalucía gallega
Y dentro de la provincia coruñesa, su capital representa en Galicia lo que Andalucía en España, un feudo socialista donde el PP no logró mojar pan en democracia. La fuerte apuesta de nombres que prepara Carlos Negreira y el discurso coruñesista utilizado en asuntos como la «L» están dirigidos a pescar en el vazquismo, lo que obligará al alcalde, Javier Losada, a mover ficha y a mostrar signos de frescura y renovación en la parte alta de la lista, lo que empujaría a Carmen Marón a posiciones inferiores.
El golpe de mano dado por la UPG enviando a su gulash político a Tello, López Rico y a los perfiles más moderados del nacionalismo, juega en contra de los intereses del PSOE, que va a depender más de la capacidad del BNG de aguantar sus seis concejales que de sí mismo.
Único duelo a tres bandas
Lo llamativo de Pontevedra, a diferencia del resto de ciudades, es que cualquiera de los tres principales candidatos puede acabar de alcalde. A Telmo Martín solo le faltó un millar de votos en el 2007 para brindarle un triunfo a Rajoy que le evitaría el incordio de verse gobernado en su casa por la izquierda, y ahora confía en que el olímpico David Cal pueda aportarle las fuerzas que antes le faltaron. Pero está por ver si el perfil de exitoso constructor del 2007 sigue siendo válido en el 2011, toda vez que la Xunta culminó el expediente abierto por Teresa Táboas contra Construcuatro, la firma participada por Martín, imponiéndole una multa de 2,4 millones de euros por cobrar sobreprecios en la venta de viviendas protegidas.
La irrupción de Louro al frente del PSdeG, junto a la reedición de un Lores que ha empezado a notar el desgaste tras 12 años en la alcaldía, son dos elementos más que pueden alterar el orden de las cosas. El perfil galleguista del delegado del Gobierno (se forjó políticamente en el PSG de Beiras), unido a algún guiño que prepara con su candidatura, pueden reconciliarlo con aquel sector de la gauche divine pontevedresa que en el 2007 le dio la espalda a Lores restándole tres concejales.
Al margen de A Coruña y Pontevedra, el PP también ve perspectivas de crecimiento en las restantes urbes del arco atlántico (Santiago, Ferrol y Vigo), opciones que son muy limitadas en Lugo y Ourense, donde el único revés para los socialistas podría venir de una debacle sin precedentes del Bloque.
La factura de Zapatero
Un caso muy particular es el de Vigo, donde el socialista Abel Caballero se vio acariciando la mayoría absoluta cuando sacaba a los vigueses a la calle contra la fusión de las cajas. En el PP, en cambio, sostienen que el efecto cajas se está disipando y no obvian que la ciudad olívica es la que más se mueve con la dinámica del voto nacional, por lo que sería donde la imagen de Zapatero más daño le puede hacer al PSdeG. Y eso, combinado con un descenso del BNG, le daría alas a Corina Porro.