Un «comando» con base en Santiago pudo haber puesto la bomba de Ordes

la voz / redacción

GALICIA

El fiscal general del Estado recordó ayer que Resistencia Galega cometió cinco atentados el año pasado en Galicia

15 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El atentado de anteayer contra la sede del PP de Ordes vuelve a colocar en el punto de mira al independentismo radical. Y ya no hay medias tintas en la sociedad gallega respecto a este tipo de actos violentos. Y no las hay porque es imposible de justificar la colocación de una bomba y porque el riesgo de que ocurra una tragedia es cada vez mayor. Pudo suceder en Ordes, pues minutos antes de la explosión pasaron ante la sede del PP dos hombres que iban a sus trabajos. Si la bomba hubiese reventado a su paso, hoy estaríamos hablando de las primeras víctimas de Resistencia Galega, la organización que aglutina distintos grupos y asociaciones de corte radical y heredera de los restos del Exército Guerrilheiro, como ayer mismo confirmó en Bergondo el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, quien añadió que la Fiscalía tiene acreditados cinco atentados cometidos el pasado año en Galicia por esa organización.

Los autores del atentado de Ordes pusieron en la puerta de la sede del PP local un recipiente metálico, probablemente un tubo, en cuyo interior colocaron alrededor de un kilo de pólvora prensada. Ese artefacto hizo explosión al cabo de un tiempo, el que fijaron los terroristas en el reloj temporizador con el que se activó el artefacto. Ese tiempo es el que garantizó a los autores del atentado poder escapar.

Los investigadores sospechan que, al igual que en anteriores ataques, son tres o cuatro individuos los que se encargan de ejecutar el atentado, los que forman el comando o célula. Son gente muy joven, explica un experto. Los captan en institutos, en charlas, en marchas organizadas, en asociaciones juveniles, en peñas deportivas... Quienes analizan el independentismo radical coinciden en señalar que los reclutadores animan, estimulan y, en resumen, «comen el tarro», a los chicos. Los inician en protestas estudiantiles y en manifestaciones contra la especulación y a favor de una supuesta defensa de los intereses medioambientales de Galicia. Así se van fogueando hasta que los más dispuestos dan el paso y empiezan a prepararse para entrar en un comando.

Todo parece indicar que los activistas de Ordes pertenecen a una célula estable de Resistencia Galega. Tiene su base en Santiago y su radio de acción se circunscribe al entorno de la capital compostelana. Los investigadores creen que hay otros dos comandos, todos de cuatro o cinco individuos. Uno opera en Vigo y el otro tiene carácter móvil, que se desplaza a cualquier lugar de Galicia desde su base, probablemente también en Santiago. La organización está liderada por Antom García Matos, Toninho, fugado desde el 2005, cuando quedó en libertad, con cargos de terrorismo, horas después de ser detenido por la Guardia Civil en una operación contra el independentismo violento.

Según los expertos, quienes entran en los comandos de Resistencia Galega adquieren la destreza básica para activar un explosivo. Las células apenas tienen organización, solo una persona que da la orden y a la que apenas conocen los demás integrantes. Quizá por eso es más difícil su identificación, a veces solo es posible cuando los activistas son cazados con las manos en la masa. Así ocurrió hace años en Portosín, donde una patrulla de la Guardia Civil desconfió de un coche parado de madrugada en el arcén. En el maletero había mochilas con material preparado para estallar. En el coche también fue encontrado un cartel que ponía «perigo bomba». Ese peligro es muy real y está muy presente. Lo estuvo en Ordes la madrugada del lunes, pero también lo estuvo cerca de Santiago cuando un vigilante pasó al lado de un artefacto explosivo, y en O Barco, cuando unos trabajadores manipularon una olla pensando que era su comida. Pero era una bomba.