Pide a sus compañeros «respuestas a una situación crítica de desigualdad»
25 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.La cita es en una cafetería próxima a la Inspección de Trabajo, a la que ha regresado después de su paso por la Embajada de España cerca de la Santa Sede. Francisco Vázquez (A Coruña, 1946) pide café con leche y media docena de churros. «Me vuelven loco», ríe con energía, la misma con la que repasa una carrera política que, subraya, no ha llegado a su estación Termini.
-¿Qué queda del Francisco Vázquez que entra en el PSOE en la clandestinidad?
-Queda todo, toda la ilusión de aquella época, y queda en estos momentos un nivel de tolerancia mayor del que tenía, y un nivel de reflexión mayor.
-¿Y qué queda de ese PSOE en el PSOE de hoy?
-Hoy soy muy crítico en la medida en que pienso que el partido socialista en estos últimos años ha tenido una deriva hacia un partido de corte radical, ha perdido muchos referentes ideológicos. Ese compromiso que se ha tenido con las libertades individuales ha postergado mucho los derechos colectivos. En ese sentido, yo confieso que discrepo claramente con la actual dirección del partido, en la que creo que hay un déficit ideológico muy profundo.
-¿No se ha planteado romper el carné del PSOE?
-Jamás. Pero jamás. Alfonso Guerra se ríe cuando le digo que estoy resignado a ser el último socialista. El PSOE refleja un poco la crisis de la izquierda, en general incapaz de dar respuestas a una situación crítica de desigualdad. Hay un gran vacío. Hay una carencia de pensamiento. Es tremendo que un respetable anciano francés [Stèphane Hessel] con un librito de 60 páginas [Indignaos] que no hay por donde cogerlo, cargado de obviedades, se convierta en el gran gurú de la contestación. Es altamente alarmante.
-¿Y cree que esto lo puede arreglar Rubalcaba?
-Rubalcaba bastante tiene con explicar y justificar su presencia en un Gobierno del que ahora como candidato se desmarca.
-¿Está dolido por cómo le han tratado en su partido?
-No. Desde luego, estoy en una situación de franca minoría con respecto a lo que es la línea tanto desde el punto de vista orgánico del partido como desde el punto de vista ideológico del PSOE. Y, además, yo hace muchos años que abandoné toda la actividad orgánica, y no tengo ni la menor tentación... Lo cual no quiere decir que no siga las cosas con atención y preocupado.
-Dijo usted que hubo un veto dentro del propio PSOE para evitar su nombramiento como defensor del pueblo.
-Eso me dolió, porque refleja un nivel de intolerancia que no había antes en el partido. Y además, es un error político, porque pone en evidencia las dificultades que hay para quienes no sigan la línea oficial. Lo que más me molestó fue la utilización de mi nombre. Con todo, yo creo que es un tema que todavía no está cerrado.
-Da la sensación de estar usted más arropado por el PP.
-En ese debate lo que se transmitió fue un nivel de tolerancia o de apertura mayor en el PP.
-¿Cree que hay en el PSOE un «paquete» de castigados?
-Hay un profundo error en la renovación generacional porque se ha incorporado a nuevos dirigentes, pero prescindiendo absolutamente de los anteriores. Yo no me considero en ese paquete. Siempre he ido por libre. Por lo tanto, mi situación de ahora es la misma que llevo arrastrando muchos años. Hoy los partidos han caído en una endogamia que limita la libertad de debate. Uno a la política tiene que acceder desde la propia sociedad, no puede uno acceder desde una carrera orgánica dentro del partido.
-¿Están los nuevos verdes?
-Tienen muchas carencias, lo cual se ha reflejado en muchas de las políticas que se han llevado a cabo, que han desembocado en una situación difícil y complicada. Y, sobre todo, en un momento en el que ante unas elecciones, dentro de dos meses, tenemos que recuperar parte de las banderas ideológicas que han sido abandonadas en los últimos años.
-¿Cuál es la crisis del PSOE?
-Su posición ante un tema territorial, que no es acorde a su historia ni a su ideario. O la restauración de la confrontación entre los españoles. O una política solo de gestos, de medidas sociales, pero con una regresión importante en la protección laboral de los trabajadores.
-¿Cómo cree que será recordado Zapatero?
-Mucho me temo que la historia no vaya a ser amable.
-¿Si pudiese usted reescribirla?
-Diría que todo partió de un gran error, como fue el del congreso en el que, por motivos cicateros, Bono perdió por siete votos.