Los nacionalistas no apoyarían hoy al alcalde en una cuestión de confianza
20 oct 2011 . Actualizado a las 15:44 h.Una de las primeras acciones de Abel Caballero al inicio de su actual mandato fue devolver el coche oficial que había utilizado el nacionalista Santiago Domínguez como teniente de alcalde los cuatro años anteriores. El socialista lo presentó como una medida de ahorro, pero en realidad lo publicitó para dar comienzo a una estrategia encaminada a borrar la huella que el BNG había dejado en su acción de gobierno.
A la anécdota del coche le han seguido el abandono o cierre de muchas de las iniciativas que los nacionalistas habían puesto en marcha en el anterior mandato, especialmente en torno al Casco Vello. Pero pese a esa ruptura, Caballero insiste en que sigue gobernando en mayoría, argumentando que el Bloque le garantizó su respaldo al apoyarlo en la investidura. «Gobierno con 14 votos», repite el alcalde con frecuencia, pese a que el PSOE se quedó en mayo a tres concejales de la mayoría absoluta.
Prometió a los nacionalistas «un diálogo ilimitado» para buscar acuerdos con los que subsanar la falta de un pacto estable, pero desde la toma de posesión solo un encuentro, una comida al inicio del mandato, ha sentado a Caballero y a Domínguez en la misma mesa.
Escollo presupuestario
La falta de encuentros no ha impedido al alcalde dibujar los presupuestos del año que viene sin hacer un mínimo guiño al Bloque, que con tiempo advirtió de que no aprobará unas cuentas en las que las obras de adecentamiento de calles se pongan de nuevo, y a pesar de los 30.000 vigueses parados, por encima de programas para crear empleo o políticas de protección social.
«É el quen nos está a botar fóra, quen nos está a obrigar a tomar unha actitude belixerante», reflexiona un miembro del consello local nacionalista.
«Burlarse de nós»
«Non fai máis que burlarse de nós, e faltarnos ao respecto», manifestaba ayer mismo Domínguez, que advierte: «Nós xa o fixemos alcalde dúas veces, non temos nada que demostrar, e se leva un orzamento sen consensuar, el mesmo se porá ante o precipicio, e será o único responsable da inestabilidade», añade el ex teniente de alcalde.
La posibilidad de que la corporación viguesa acabe debatiendo una cuestión de confianza, como la que propició que Ventura Pérez Mariño fuera apeado de la alcaldía en el 2003, no es descartada en el BNG. A día de hoy su cúpula asegura que no respaldaría en semejante brete a Caballero. «De nós non dependería o seu futuro, só do que el faga», añaden.
En el Bloque, en todo caso, no hay una previsión de hasta dónde puede llegar el pulso, pero tratan de evitar que, como ocurriera con Lois Pérez Castrillo y Corina Porro, se empiece a acuñar la idea de la pinza y una entrega de la alcaldía a la derecha. A pesar de ello, un tanteo confidencial ya se ha producido entre nacionalistas y populares, pero sin acuerdo alguno de cara a una hipotética alianza. Pero si el grupo municipal del BNG vigués se considera empujado a poner fin al amparo que le estaban brindando a Caballero, tanto o más lo está a cambiar de actitud por las reclamaciones que en el mismo sentido se lanzan desde sus bases y cuadros de la organización en Vigo.
La sombra de la UPG
Domínguez es el único líder urbano del Bloque que no forma parte de la UPG, y eso le hace estar siempre alerta. Desde la U se considera que es necesaria una mayor presencia en el Concello y en todos los ámbitos de la ciudad, que el tiempo de la transición a la oposición ha acabado y que es el momento de reaccionar. Para eso han comenzado a retomar, sin ruido, el contacto con colectivos y parroquias viguesas. El objetivo es convertirse en referente para los descontentos y eso es difícil de conjugar con una oposición blanda. «Non podemos quedar impasibles ante esta situación», apunta un veterano cuadro de la UPG.
Domínguez, atento a esa circunstancia, no duda ahora en querer seguir al frente del BNG después de que las bases le pidieran que no se fuera tras perder dos concejales. «Quizais os perdemos por calarnos moitas cousas en favor da estabilidade de Vigo, pero agora é outra situación», avisa.
análisis conflicto en la política viguesa
«É el quen nos está a botar fóra, quen nos está a obrigar a tomar unha actitude máis belixerante»