Los riesgos asumidos y la prolongada ausencia provocó un recibimiento más emotivo que de costumbre. Laura, de cinco años, pasó los últimos cinco meses durmiendo con la foto de su madre bajo la almohada. Ella y su hermano Sergio, de seis, recibieron a Mercedes Freire con flores y pancarta de bienvenida incluida. En la misión «echas de menos a los niños», dijo. «Ahora estaremos juntos todos los días», prometió a los pequeños.
«Imagínate dejar un niño de teta y volver y encontrarte un niño con dientes y este pelazo», exclamaba a pocos metros el cabo Carlos Bouzada tras abrazar a su pequeño Álex, de nueve meses, y a su hija Adriana, de cuatro años. Asegura que en ningún momento se sintió en peligro. «Es la misión para la que hemos estado trabajando y ha salido como tenía que salir», aseguró.
Otro compañero, Xabier, coincide en que no hubo situación de riesgo. No obstante, «es un trabajo duro, y más a la misión que íbamos, pero estábamos preparados para todo y supimos operar».
Más de 200 personas
En sus 139 días en la operación Atalanta -158 en total fuera de su base-, el navío actuó como buque de mando de la operación antipiratería lanzada por la UE, embarcando hasta 215 personas, en torno a un 40 % gallegos. El buque realizó seis escoltas de mercantes del programa mundial de alimentos, realizó dos auxilios a embarcaciones locales en emergencia, abasteció 3,5 millones de litros de combustible y sus helicópteros realizaron 200 vuelos para recopilar información sobre los campamentos piratas.