Aprovechó la presidencia de la mesa de edad para erigirse en protagonista
17 nov 2012 . Actualizado a las 11:59 h.Fue un zapatazo sin zapato. Xosé Manuel Beiras aprovechó ayer la presidencia coyuntural de la sesión constitutiva del nuevo Parlamento, como el diputado de mayor edad entre los 75 que tomaron posesión de sus escaños (tiene 76 años), para erigirse en protagonista del evento. El portavoz de la Alternativa Galega de Esquerda (AGE) dinamitó la sobriedad protocolaria que caracteriza la conformación de la Cámara y confesó a sus pasmadas señorías que tuvo que vencer la tentación de «declarala disolta para provocar a convocatoria de eleccións». Aseveró, con el mismo tono irónico, que, si así lo hiciera y los gallegos fueran llamados de nuevo a las urnas, «os resultados serían moi diferentes» a los que el 21 de octubre dieron al PP de Feijoo una mayoría absoluta más holgada que en su primer mandato.
En los 20 minutos que Beiras invirtió en un discurso que él mismo desdramatizó al presentarlo como una «brincadeira», el histórico líder nacionalista coló entre citas a Cunqueiro, Castelao y Valle Inclán un tirón de orejas a la Xunta de Fraga por conceder una de las medallas Castelao a Moure Mariño (1990) y una nueva reprobación del Ejecutivo de Feijoo. Beiras combinó sus pullas con la petición de disculpas por permitirse esas licencias. «Non o tomen como unha provocación. Non pretendo que se frustre a aspiración do señor Núñez [Feijoo] de renovar a súa presidencia do Goberno que malsanamente chamei brigada de demolición, que retiro inmediatamente para non ofender», proclamó, ante los rostros perplejos que asomaban en la mayoría de los 41 escaños populares.
Triple reto
Ya más serio, el portavoz de AGE, que irrumpe en el nuevo Parlamento como tercera fuerza, invocó su «condición de máis vello» para conminar a los diputados a asumir el triple reto que plantea la novena legislatura. Alentó a los grupos parlamentarios a no ser «correa de transmisión do Goberno nin dos partidos»; a hacer de O Hórreo la verdadera Cámara de representantes de los ciudadanos, «para que non se diga de nós iso que foi tan voceado nas rúas de que 'non nos representan'»; y a «practicar a ética como fundamento da política». Aunque llegado a este punto Beiras invocó su condición de «bo galego» para revelar su escepticismo de que ese reto se cumpla «á vista dos prolegómenos». «Non somos un país de vacas. Somos un país que leva séculos loitando pola liberdade individual e colectiva», concluyó.
Consumada su proclama, el presidente de la mesa de edad estiró el tono sarcástico para dar paso al procedimiento de elección de los cinco integrantes de la dirección del Parlamento, «feito como nos países africanos despois da colonización, que como non sabían ler lles daban papeliños de cores para que non se trabucaran». A esas alturas, tal vez los gestos más distendidos en las filas populares eran los de Feijoo y Pedro Puy.
La elección discurrió según lo previsto, con el reparto de los cinco puestos de la Mesa entre PP y PSOE, y sin asiento para AGE ni BNG. Junto a Pilar Rojo, que repite en la presidencia de la Cámara, revalidan sus cargos los populares Miguel Santalices (vicepresidente primero) y José Manuel Balseiro (secretario), a los que acompañan las socialistas Marisol Soneira (vicepresidenta segunda) y Concepción Burgo (vicesecretaria).
Beiras, que se despidió agradeciendo «ás señorías a paciencia que tiveron comigo», cedió el cierre de la sesión a la ya elegida presidenta. Tras la jura o promesa de los diputados, Rojo advirtió que «hoxe non é día de discursos», y exhortó a «construír entre todos unha Galicia aberta, plural e solidaria».