Junto a la monitora y el socorrista, el banquillo de los acusados está ocupado por el coordinador de las clases de natación, el director técnico del centro, el jefe de estudios y los dos propietarios del colegio. Todos imputados por el mismo delito, por un homicidio por imprudencia por el que las acusaciones solicitan penas de entre tres y cuatro años de prisión, además de una indemnización para los padres del menor. Pero estos rechazaron cualquier resarcimiento que pudieran recibir en esta vía penal. Los progenitores, visiblemente afectados, siguieron esta primera sesión del juicio desde primera fila, acompañados en la sala por decenas de amigos y familiares.
A quienes no pudieron escuchar fue a los propietarios del centro, que se acogieron a su derecho a no declarar. Uno, porque dijo tener 84 años «y no ando bien de salud». El otro, «porque voy muy mayor y estoy muy afectado por la muerte de ese niño». Los demás sí declararon. El coordinador de actividades de natación, que hoy se ocupa del comedor del colegio, tampoco acertó a dar una explicación sobre lo ocurrido. Está convencido de que el protocolo era el adecuado, así como el número de adultos responsables durante las clases. No obstante, reconoció que hubo cambios tras el fallecimiento de Diego Novo. Como que ahora sí se pasa lista antes y después de las clases, además de que hubo más contrataciones de monitores y socorristas, si bien precisó el director técnico que eso se debe a que hoy en día hay muchos más alumnos en natación que hace cuatro años. Este mismo imputado tampoco encuentra respuestas porque, según dijo, «no me gusta elucubrar», pero al mismo tiempo aseguró que «todos» actuaron «lo mejor que hemos sabido y podido, y si no ha sido así, qué le vamos a hacer». Mañana continúa el juicio con los testigos.