El informe elaborado por el Consello de Contas, en el que se constata que el Gobierno gallego dejó de contabilizar facturas en el 2010 para cumplir con el déficit público en aquel ejercicio, fue un asunto que estalló como una bomba en la campaña de las autonómicas del 21-O y que el PSdeG se encargó de airear con entusiasmo para intentar desmontar el discurso de la solvencia de Feijoo.
El informe, entonces todavía provisional, marcó durante un par de días el debate electoral, y además justo cuando Feijoo y el candidato socialista, Pachi Vázquez, acababan de medir sus fuerzas en un debate televisado en el que ambos se daban por ganadores.
Para el PSOE, el informe de Contas era la munición que le faltaba para poner contra las cuerdas al candidato del PP, una estrategia que acabó teniendo un resultado desigual no tanto porque el proyecto de informe no tuviera más recorrido, sino porque la polarización de la segunda mitad de la campaña entre Beiras y Feijoo acabó por ensombrecer los demás asuntos de la campaña. Al final, la bomba de Contas se quedó en un foguete, y el desmontado no fue precisamente Feijoo.