Es innegable que Pachi Vázquez tiene su instinto político hiperdesarrollado, virtud de la que carecen buena parte de sus rivales internos, y que lo puso a trabajar en todo su esplendor nada más superar el trance de las autonómicas del 21-O -en las que el PSdeG perdió por primera vez en 30 años el umbral de los 300.000 votos- para poder seguir pilotando el rumbo del partido.
Fue en las pasadas Navidades cuando el de O Carballiño le expresó a algún miembro de la dirección federal, consultado por este periódico, su deseo de continuar un año más al frente del PSdeG para poder ordenar sin urgencias su sucesión, táctica que no le era ajena a Rubalcaba.
Y entretanto, surgió como el chorro de un géiser el debate de las primarias para elegir al secretario general del PSdeG. Cualquier persona entendida sabe que lo que no se permite no puede hacerse, así que las primarias -desautorizadas en el congreso de Sevilla de febrero del 2012- no se van a poder celebrar hasta que se cambien los estatutos. Pero por lo de pronto, es un asunto que sirve para que entre los socialistas gallegos ya casi ni se hable de la debacle electoral del 21-O y, en cambio, sí se discuta acaloradamente la necesidad de sacar adelante lo que Vázquez propone.
El próximo viernes, el líder del PSdeG hará lo que dicta su instinto: someterá a votación su propuesta de primarias, que presumiblemente volverán a tener un amplio respaldo. Ahora bien, Ferraz ya avisó de que tendrán que pasar la prueba del algodón del comité federal, previsto para el 20 de julio.
Como poco, el PSdeG deberá congelar su congreso, marcado para el 6 de julio, hasta que se pronuncie el máximo órgano, así que el relevo de Pachi Vázquez puede que no se afronte hasta después del verano. Octubre es mal mes, porque el PSOE tiene fijada su conferencia política, y ese calendario podría incluso llegar a demorar todo hasta el año 2014. Ahí es nada.