Accidente en Santiago: El maquinista hablaba por el móvil cuando el tren descarriló en Angrois

José Manuel Pan
José Manuel Pan REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Recibió la llamada de un controlador, aunque Renfe no la reconoce como oficial

31 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Francisco José Garzón estaba hablando por teléfono en el momento en que se produjo el descarrilamiento del tren Alvia en Angrois, cuando solo le faltaban cuatro kilómetros para llegar a la estación de Santiago. El maquinista, que está en libertad provisional e imputado por la muerte de 79 pasajeros, había recibido poco antes una llamada de Renfe en su móvil profesional, que está desaparecido desde el día del accidente. Lo revela la información recogida en las dos cajas negras del Alvia -son de color naranja y se ubican en la locomotora delantera y en la trasera- que ayer fueron abiertas en la biblioteca del Juzgado de Instrucción número 3 de Santiago. Según fuentes del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, el audio grabado en las cajas negras recoge que el maquinista estaba hablando con personal de Renfe, «con alguien que parece ser un controlador, en el momento del accidente». Pero esa llamada no era oficial, según han indicado a La Voz fuentes gubernamentales. Según esas mismas fuentes, ese tipo de llamadas solo se pueden hacer desde el centro de control de circulación de Renfe, «y desde ahí no se hizo». Tampoco el centro de coordinación de ADIF, situado en Ourense, se comunicó con Garzón, tal como informaron fuentes del citado organismo, que aseguran que desde ese centro solo se estableció contacto con el Alvia procedente de Madrid en dos ocasiones, una antes de su llegada a la estación de Ourense y otra inmediatamente después del accidente.

Esa llamada previa al siniestro se habría producido, según algunas fuentes, unos dos minutos antes del descarrilamiento en la curva de A Grandeira. La conversación se se interrumpió bruscamente segundos antes.

¿Por qué ocultó la llamada?

Del contenido de la conversación solo ha trascendido que al maquinista le estaban indicando el camino que tenía que seguir una vez que llegase a Ferrol. Fuentes judiciales informaron ayer de que el ruido de fondo y lo que se escucha en la grabación parecen indicar que el maquinista está consultando algún plano o algún documento similar en papel. Pero falta por saber por qué Garzón ocultó al juez esa llamada, quién era su interlocutor y de qué estaban hablando.

El otro aspecto clave que revelan las cajas negras del Alvia accidentado en Angrois se refiere a la velocidad del tren. Los registros indican que circulaba a 192 kilómetros por hora minutos antes del accidente, pero que el maquinista, posiblemente al darse cuenta del error, consiguió accionar el freno y reducir a 153 por hora, velocidad a la que los técnicos estiman que se produjo el descarrilamiento en el kilómetro 84,310.

Justo donde se produjo el siniestro, el tren abandona una larga recta de decenas de kilómetros en los que se circula a unos 200 kilómetros por hora. Según un responsable sindical, el propio Garzón había alertado a sus superiores de la falta de seguridad en este tramo. Rafael Rico, del sindicato de maquinistas Semaf de Galicia, asegura que «el día después del accidente nos lo dijo, cuando estaba en el hospital. Que era un lugar en que todo el mundo sabía que era difícil circular».

Un informe policial revela que el maquinista que llevó el tren hasta Ourense, Jesús Illanes, declaró que no había ninguna anomalía grave. Explicó a la policía que el tramo de Angrois «es complicado porque hay que reducir de 200 a 80», y que hay que frenar tres o cuatro kilómetros antes de la curva. Illanes no percibió que el tren fuese a velocidad excesiva. Tampoco tuvo sensación de velocidad el interventor. Solo el vigilante de seguridad notó una velocidad más elevada que en otras ocasiones.

Información elaborada con aportaciones de Pablo González, Xosé V. Gago e Ignacio Carballo