El horrible accidente de tren en Santiago de Compostela ha conmocionado a toda Europa. Debido a esto, un exhaustivo análisis de los dramáticos acontecimientos, a cargo de una comisión de expertos competente, habría sido vital para garantizar la objetividad necesaria.
La forma titubeante en que el Gobierno y los funcionarios de las empresas han presentado los resultados contradictorios del examen en curso ha tratado de dar la impresión de que la información estaba controlada. Con todo, debe haber una razón por la que muchos españoles ya no confían en las noticias.
Particularmente llamativo ha sido que la operadora de ferrocarriles Renfe, que tiene toda la razón para ser transparente, ha permanecido inaceptablemente tranquila hasta ahora, como un espectador, culpando al conductor del tren de todas las faltas. Las catástrofes siempre se basan en una cadena de errores, defectos y fallos. Este esquema es característico en todos los grandes desastres. El conductor del tren, Francisco José Garzón, de 52 años, que se encuentra bajo sospecha como culpable, ha sido, de hecho, solo el detonante del accidente, pero ciertamente no es el único culpable.
El juez emérito del Tribunal Supremo José Antonio Martín Pallín confirmó que Renfe y los proyectistas también tienen su culpa en el incidente. El fracaso humano es un riesgo que debe ser considerado cuando se diseña una ruta de tren de alta velocidad, así como las medidas de seguridad complementarias. Sin embargo, este no fue el caso.
Si los datos facilitados son correctos, la velocidad máxima para el tramo recto anterior a la curva en la que ocurrió el accidente era de 220 kilómetros por hora, mientras que dicha curva debe tomarse a 80. Según los datos publicados, el tren habría entrado en la curva a 135 kilómetros por hora, que es una velocidad demasiado alta. Parece obvio, teniendo en cuenta la masa y el peso del tren, que esa vía tenía un riesgo elevado. Aunque la curva la podría pasar fácilmente Fernando Alonso en su Ferrari a 135, es imposible que lo hiciera un tren de 200 toneladas.
Un diseño de vía tal solo es aceptable si se toman medidas de seguridad de última generación para minimizar el riesgo. Pero en la sección determinada no hay ninguna, a pesar de las reiteradas advertencias de expertos ferroviarios a nivel nacional e internacional. En consecuencia, tanto la oficina de planificación de proyectos como la compañía ferroviaria Renfe son culpables.
Quienes hayan visto el vídeo del accidente con atención habrán notado que el primer vagón está atascado en el motor poco después de que el tren entre en la curva. Milisegundos más tarde los primeros vagones y los siguientes descarrilaron. El motor que había funcionado en la curva sin problemas se bloquea. Esto significa que los vagones no frenan lo suficiente, y así embistieron fuertemente la locomotora, desacelerando el motor. Solo los últimos vagones tienen la típica fuerza lateral, que no fue la razón del accidente. La comisión investigadora del accidente debe haber llegado a las mismas conclusiones a partir del análisis de ese vídeo.
Si no se desea que el destino de las víctimas y el sufrimiento de sus familias sea en vano, debe iniciarse una investigación completa por un equipo experimentado de expertos. Solo entonces los trenes de alta velocidad española podrán rodar otra vez sin temor.
Gerhard Miltnerd