Expertos policiales explicaron ayer que las redes ilegales de inmigración reclutaron a sus víctimas en aldeas aisladas de Nigeria y Senegal. Generalmente, las convencen allegados o familiares de las propias mujeres.
Justo antes de partir, las viajeras deben someterse a un ritual de magia negra vudú para comprometerse a pagar la deuda. En muchas aldeas africanas y asiáticas hay una cultura comunitaria, pero si una familia contrae una deuda, el padre puede pagar con todos los bienes disponibles, lo que incluye vender a las propias hijas para la prostitución. Estas deben obedecer a su padre y es una cuestión de honor familiar que cumplan su papel. Estudiosos del trueque y la economía rural como David Graeber recuerdan que incluso religiones tradicionales equiparan deuda con culpa y pecado.
En la ceremonia de vudú, el hechicero toma un mechón de cabello de la mujer, corta parte de sus uñas, vello púbico o pide sangre menstrual y vierte la mezcla en una cacerola, tras lo cual pronuncia un conjuro e invoca a los espíritus. Las víctimas son amenazadas con años de desgracias para sus seres queridos o malas cosechas para su familia si incumplen su trato y no pagan su deuda. Sobre ellas recaerá la culpa. Más que las creencias en espíritus malignos, lo que ata a las víctimas es el honor familiar. Fallar a su clan es lo que más les horroriza.
Las hechizadas pasan luego a manos de los tratantes de inmigrantes ilegales que las trasladan a Europa tras atravesar el desierto en camiones desvencijados, donde viajan hasta medio centenar de personas. Una vez en la costa, les espera una temeraria travesía en patera hasta llegar a territorio europeo. Aunque los tiempos han cambiado, y algunas viajan en avión. Hoy en día, Nigeria es una potencia petrolífera y Benin City tiene casi 2 millones de habitantes.
El engaño consiste en que una vez aquí, la organización les retira el pasaporte y las mujeres pasan a convertirse en una mercancía, por lo que pueden ser compradas o vendidas a otras organizaciones. Los conflictos surgen cuando la mujer explotada hace cuentas y reclama su pasaporte porque ha saldado la deuda. Pero los proxenetas se inventan más deudas y, con tal excusa, las revenden. La reunión de la cúpula en Vigo iba a redistribuir esclavas por Europa.