El socialista Ceferino Díaz recibe a título póstumo la máxima distinción de la comunidad, entre aplausos a su entrega, compromiso y talante
12 nov 2013 . Actualizado a las 10:21 h.Era uno de esos tipos con amigos por doquier; tanto a la derecha como a la izquierda, que es donde él siempre estuvo. Porque fue la S del PSOE y la G del PSdeG. Bo e xeneroso en el fogar de Breogán. Inagotable trabajador, hombre honesto y luchador hasta la tumba, el cáncer de médula tardó más de una década en derrotarlo. Eso ocurrió hace un año menos un mes y un puñado de días. La vida le debía una ronda a Ceferino Díaz, al compañeiro Cefe, y ayer terminó pagándosela en la barra de la muerte. Recibió, a título póstumo, la Medalla de Ouro de Galicia, la máxima distinción que la Xunta puede otorgar. La entregó el jefe del Ejecutivo autónomo, Alberto Núñez Feijoo, y la recogió, emocionada, una de las dos hijas del homenajeado, Alba, la hermana de Noa. Sencilla como era él, sobria, la ceremonia transcurrió en la que durante mucho tiempo, desde 1981 hasta 1997, había sido una de las casas de este histórico del socialismo, el Parlamento. Aunque tuvo otras: la universidad, el Congreso, los despachos y hasta la clandestinidad de los comprometidos.
Si aún viviese, no habría vuelto este fin de semana como el PSOE de Rubalcaba. En realidad, él nunca se habría ido. Porque siempre estaba, porque siempre estuvo. Incluso ya mermado. «Nos peores momentos da súa enfermidade, seguiu tendo a Galicia nos primeiros pensamentos ao erguerse e nos últimos ao se deitar», narró ayer su hija menor, quien por momentos en su discurso hubo de esforzarse para no romper en lágrimas ante el público mientras recordaba a su padre. De hecho, Ceferino llegó a escaparse del hospital para asistir al trigésimo aniversario de la Cámara gallega, en noviembre del 2011. Por nada del mundo iba a perdérselo. No en vano, considerado uno de los padres del Estatuto de Autonomía, había contribuido a lanzarla y consolidarla.
Ceferino (O Saviñao, Lugo, 1941) era también lo que se decía un pesego. O sea, había recalado en el PSOE procedente de aquel PSG de Beiras, ayer ausente en el acto. Allí defendió lo suyo sin despreciar lo del resto, virtud que hoy no abunda en el hemiciclo. De ahí que la presidenta del Parlamento, Pilar Rojo, ensalzase en el homenaje su «importante legado», y proclamara: «Gustaríame que todos puidésemos impregnarnos dese espírito seu, para aprender a ollarnos como adversarios políticos, nunca como inimigos». «Forma parte -abundó luego Feijoo- dun grupo de políticos que honran á política, por riba de siglas e ideoloxías. [...] Ten unha traxectoria merecente de ser un modelo para todos nós».
Gómez Besteiro, Jorquera, Rueda... Decenas de cargos de PP, PSOE y BNG escuchaban sus palabras, pero nadie de AGE. También Touriño, Laxe y Albor, entre otras personalidades.