Alfonso Basterra a Rosario Porto: «No perdamos la confianza el uno en el otro. Es la base de nuestro éxito»

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Alfonso Basterra y Rosario Porto (saliendo del coche policial), durante el traslado a un registro efectuado en sus domicilios en Santiago
Alfonso Basterra y Rosario Porto (saliendo del coche policial), durante el traslado a un registro efectuado en sus domicilios en Santiago Álvaro Ballesteros

Antes de declarar ante el juez, Basterra aleccionó a Rosario Porto sobre cómo comportarse. SIGUE AQUÍ TODA LA INFORMACIÓN DEL CASO

13 dic 2013 . Actualizado a las 16:25 h.

Las conversaciones que han trascendido de las que mantuvieron Rosario Porto y Alfonso Basterra en los calabozos del cuartel de la Guardia Civil en Lonzas (A Coruña) no son las únicas que hay en el sumario del caso Asunta. Las más jugosas tanto por su contenido como por el tono en el que se habla la expareja se produjeron en la mañana del viernes 27 de septiembre, justo antes de que los padres de la niña asesinada en Santiago fuesen trasladados a los juzgados para declarar por primera vez ante el juez José Antonio Vázquez Taín, que había autorizado las escuchas.

La grabación, a cuyo audio ha tenido acceso La Voz, se inicia con la voz de un guardia civil al dirigirse a Rosario Porto: «Tiene que ir al juzgado, vaya preparándose». Comienza entonces un diálogo del que este es un extracto de la conversación que mantuvieron los padres de Asunta:

Rosario Porto. Igual tú no vienes.

Alfonso Basterra. Seguro que voy.

Una agente entra entonces en los calabozos y Rosario Porto le pregunta si no le van a dar nada de desayunar. Basterra pide entonces permiso para darle un trozo de bizcocho que, dice, «guardé de la noche anterior pensando en el momento». La agente le explica que la cafetería está cerrada porque aún es muy pronto y que lo único que puede hacer es traerle un café de la máquina y ella acepta agradecida porque «tengo que tomarme mis pastillas». Al quedarse solos comienzan a hablar. Saben que les están grabando, pero sin embargo se expresan en unos términos que a los investigadores no les parecen los propios de una madre y un padre que acaban de perder a su hija asesinada y que han sido imputados y detenidos por el crimen.

Alfonso Basterra. Acuérdate de lo que hablamos ayer.

Rosario Porto. Ya...

A. B. No incurramos en contradicciones, porque cualquier fisura juega en nuestra contra. Y no perdamos la confianza el uno en el otro, porque yo estoy seguro de tu inocencia.

R. P. Y yo de ti.

A. B. Ya lo sé, mi vida. Pues esa es la base de nuestro éxito, ¿te das cuenta, cariño? Y puede ser un poco más largo de lo que esperamos, pero todo se solucionará, ten confianza.

R. P. Vale.

A. B. ¿Vale, mi vida?

Basterra es quien en todo momento lleva la batuta de la conversación. Rosario Porto está muy nerviosa y él intenta calmarla. Le repite una y otra vez, como si de un mantra se tratara, que tiene que estar tranquila y ser coherente en el momento en el que declare ante el juez.

Alfonso Basterra. Te quiero mucho, Charo.

Rosario Porto. Gracias, Alfonso.

A. B. Tranquila, sé coherente, Charo, en tu declaración.

El padre de Asunta se refiere en todo momento a mantener lo hablado, a no salirse del guion pactado como clave para poder salvar la situación, como queda perfectamente claro en una de las frases que le dirige a una cada vez más callada Rosario Porto.

Alfonso Basterra. Yo sigo manteniendo que tú eres inocente, y tú tienes que seguir manteniendo que yo soy inocente. Yo estoy convencido al cien por cien de que eres inocente, y tú tienes que estar convencida de que soy inocente al cien por cien. ¿Me sigues?

La grabación termina cuando empieza a escucharse el abrir y cerrar de los candados metálicos de las puertas que dan acceso a los calabozos del cuartel de la Guardia Civil. Basterra insiste entonces por última vez y le repite a ella que no debe dejar fisuras a los investigadores en sus declaraciones por las que puedan atribuirles el crimen.

Alfonso Basterra. Sé coherente, Charo.

Rosario Porto. ¿Qué?

A. B. Sé coherente en tus declaraciones, mi vida.

R. P. ¿Perdón?

A. B. No dejes ni la más mínima duda, no les des ninguna duda en tus declaraciones, porque eso juega tanto en tu contra como en la mía. Te quiero, mi vida, adiós. Tranquila, sé firme, sé coherente cariño.

R. P. Gracias.

A pesar de los esfuerzos de Basterra, aquella mañana Rosario Porto no fue coherente en su declaración. Su versión de que dejó a Asunta en casa quedó desmontada cuando le dijeron que una cámara de seguridad la había grabado yendo en coche hacia Teo y con la niña en el asiento del copiloto. Esa fue la más grave, pero no la única, de las incongruencias que la llevaron a ella y a su exmarido a la prisión de Teixeiro, en la que ya llevan dos meses y medio imputados por el asesinato de su hija.