El Rolex o los gran reservas no son considerados éticos, pero ni partidos ni la Administración fijan límites de precio a los obsequios recibidos
14 feb 2014 . Actualizado a las 11:48 h.Regalos de hasta 20.000 euros, relojes, joyas, bolsos y vinos de diversas añadas y denominaciones fueron obsequiados a políticos de media Galicia a tenor de la documentación y grabaciones hechas a empresarios inmersos en el caso Pokémon. Los regalos eran la tarjeta de visita ante adjudicaciones diversas o la señal de agradecimiento por ayudas prestadas. Prácticamente ninguno de esos obsequios que nutren los listados de beneficiarios del sumario instruido por la jueza De Lara pasaría la prueba del algodón de lo éticamente aceptable. ¿Pero dónde está el límite? ¿A partir de qué precio no es lícito un regalo?
Los políticos gallegos y del resto de España han optado por la más absoluta inconcreción a la hora de fijar la barrera entre lo aceptable y lo reprobable. Tanto es así, que no hay ninguna norma, orden o ley que determine que recibir un reloj, una tableta o un gran reserva es delito si el presente se obtiene como político o alto cargo. Siempre que no sea a cambio de algo, claro, porque de ser así la figura legal del cohecho marca el camino de la cárcel con estancias de hasta seis años.
Limitación de precio frustrada
El Gobierno de Mariano Rajoy estuvo a punto de fijar el año pasado un precio máximo a partir del cual un político, un cargo institucional o funcionario no debería aceptar ningún obsequio. Pero ni el Ejecutivo, ni partido alguno quiso al final especificar nada. La conciencia personal y las costumbres es el único espejo al que los políticos apelan a la hora de dilucidar si el paquete que se le ha puesto en sus manos es disfrutable o debe ser rechazado.
Como respuesta a la alarma social y al descrédito causado por los trajes, bolsos, plumas de lujo, televisiones o móviles de última generación que la Policía Judicial considera que la trama Gürtel regaló a sus supuestos beneficiarios, el Gobierno implantó en diciembre la Ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno. Los regalos a los políticos, incluidos alcaldes y concejales, altos cargos e integrantes de empresas públicas son objeto de dicha ley, pero con tal inconcreción como refleja su redacción: «No aceptarán para sí regalos que superen los usos habituales, sociales o de cortesía, ni favores o servicios en condiciones ventajosas que puedan condicionar el desarrollo de sus funciones».
¿Entraría un jamón dentro de lo aceptable? ¿Se puede considerar una cortesía o un uso habitual y por tanto no tener que ser rechazado? ¿Y un reloj, o una joya, o un cuadro? No queda claro.
La normativa autonómica cojea del mismo pie. Galicia, junto a Navarra, fueron de las primeras autonomías en pretender regular qué hacer con los regalos, pero en ambas la barrera del precio se queda en el aire. El texto rubricado en el 2006 por Emilio Pérez Touriño destinado a todos los altos cargos dice: «Non aceptarán regalos que superen os usos habituais, sociais ou de cortesía, nin favores ou servizos en condicións vantaxosas que poidan condicionar o desenvolvemento das súas funcións». Nada más.
Visión de los partidos
La Administración Feijoo también ha adoptado una regulación de los regalos similar para el caso concreto de los viajes de los altos cargos de la Xunta, pero la literatura de la norma es similar y tampoco cuantifica qué es lo «habitual, social, protocolario o cortés».
El PPdeG somete a sus cargos igualmente «al sentido común», aunque les hace firmar una «carta de compromisos de cargos públicos» en la que los designados «se comprometen a cumplir la prohibición de aceptar cualesquiera regalos, atenciones o liberalidades que no respondan, por su importe o causa, a los usos y costumbres sociales». De nuevo, pues, no se hace la más mínima indicación a lo que puede entenderse como un precio aceptable o rechazable.
El PSdeG, como BNG, AGE o el propio Parlamento no cuentan con una norma específica sobre los regalos, aunque Pilar Cancela, la número dos de los socialistas gallegos señala en descargo de su partido que acaba de proponer en la Cámara un frente anticorrupción que entre otros aspectos regularía la recepción de obsequios.
Para el BNG un regalo no debe ser sinónimo de corrupción, aunque aboga por que no se acepten presentes y se haga como en el Concello de Pontevedra, que los devuelve, salvo que sean de artículos perecederos, que entonces son entregados a instituciones sociales.
Regulación europea
Aunque todos los partidos consideran difícil establecer una barrera para los regalos, todo el arco político presente en el Parlamento Europeo lo hizo, después, eso sí, de que un reportaje periodístico inglés les sacara los colores a los eurodiputados. Desde el 2011 no pueden recibir ningún obsequio de más de 150 euros, tienen que notificar los actos a los que acuden si son pagados por terceros y remitir a la Cámara los bienes que reciban si se le entregan como representantes de la Eurocámara.
Más estricto aún es la consignación de regalos en la Administración americana. Todos los presentes quedan reflejados en su web: «A la honorable Hillary Clinton, tres collares de cadena con perlas y detalles en plata de Mallorca Joyas. Valor 380 $. Ubicación: A la espera de transferencia a la Administración de Servicios Generales. Donante: su excelencia, Trinidad Jiménez, Ministra de Asuntos Exteriores y Cooperación de España».