Fuerte crisis del PP en casa de Rajoy

Lars Christian Casares Berg
Christian Casares PONTEVEDRA / LA VOZ

GALICIA

CAPOTILLO

Enfrentamientos internos provocan la marcha de una edila del partido en Pontevedra

27 abr 2014 . Actualizado a las 12:28 h.

«Soy un señor de Pontevedra», suele decir Mariano Rajoy para reforzar una imagen de hombre normal. Pero, allí, en su casa, su partido está pasando ahora por una situación que es de todo menos normal. Con la cuarta renuncia entre los concejales del PP en lo que va de mandato, los populares ahondan una crisis que, en realidad, arrastran desde los últimos años de Juan Luis Pedrosa como alcalde popular, que, abandonado por Manuel Fraga, entregó el poder al nacionalista Miguel Anxo Fernández Lores.

Eso fue en 1999 y desde esa fecha Lores ha visto pasar a cuatro adversarios bajo las siglas del PP: el propio Juan Luis Pedrosa, Teresa Pedrosa, Telmo Martín, por dos veces, y ahora Jacobo Moreira. Siempre logró amplios resultados electorales el PP, aunque no suficientes para alcanzar el bastón de mando. Haberse quedado a las puertas no ha contribuido a la estabilidad de los sucesivos grupos municipales, y desde esta semana el PP que pilota ahora Jacobo Moreira tiene una concejala menos.

Con el simbolismo que da levantar desde la bancada popular en el pleno que gobierna la ciudad de Rajoy la mano en una votación contra la reforma del aborto que impulsa su Gobierno, la entonces aún concejala del PP María Biempica ya anunciaba que algo no iba bien entre los populares pontevedreses, todos ellos atónitos mientras observaban su brazo en alto, sumando su voto a los de BNG y PSOE.

Después de una serie de desencuentros con el portavoz del PP, esta semana Biempica se ha ido, aunque a diferencia de los tres compañeros que la precedieron, deja el PP, no el escaño, y conserva su acta como no adscrita. Es un contratiempo, por mucho que el presidente provincial del PP, Rafael Louzán, se haya apresurado a decir que el de Biempica es un «caso pechado».

Cerrado o no, remueve viejos fantasmas. Como el del exalcalde José Rivas Fontán, que acabó sus días en la corporación también como concejal no adscrito tras dejar algunas perlas para sus antiguos compañeros del PP. Como aquella en la que decía: «Es de risa que a mí se me sancione por hacer un comentario que nadie puede negar, que Fraga está viejo y que el partido en Pontevedra no funciona».

Era el año 2004 y, en rigor, el PP no funcionaba en Pontevedra. Claro que la marcha de Rivas Fontán obedecía a su enfrentamiento con Rafael Louzán y, también, indirectamente, a la forma de hacer política de Mariano Rajoy. Rivas siempre consideró que tenía la palabra de este para ser presidente de la Diputación de Pontevedra, pero no contó con que el conocido entonces como sindicato de alcaldes del PP le cortaría el paso. Y que Rajoy no daría la batalla por su candidatura frente a la de Louzán.

El PP perdió con Rivas en Pontevedra un afiliado y ganó un enemigo incómodo. Y quizá de los pocos que ha calado al adversario a batir en el sillón de la alcaldía. «Lores se parece cada vez más a la reina madre», dice, ante la capacidad de adaptación de un regidor nacionalista para convivir y seducir a una ciudad con plaza de toros en su corazón urbano y un baile del Casino, con presentación en sociedad de jóvenes incluida, al que hasta que ganó las elecciones Rajoy no faltaba cada verano.

Porque Mariano Rajoy continúa siendo un «señor de Pontevedra», no un presidente de Pontevedra. Se queja con sorna Lores de que aún no haya visitado de forma oficial como presidente del Gobierno una ciudad que se ha convertido en importante cantera para el PP, pero en la que no logra colocar un candidato. De Pontevedra son la ministra gallega Ana Pastor; la presidenta del Parlamento gallego, Pilar Rojo; el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda, el portavoz del grupo parlamentario del PP, Pedro Puy. Y hasta el único eurodiputado gallego que colocará el PP tras las próximas elecciones, Francisco Millán Mon, es de Pontevedra.