Un histórico presuntamente reconvertido a la legalidad

J. Á. F. REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

09 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En los últimos años de su infancia y en los primeros de su juventud se referían a él como el mozo de la motora. Desde su mayoría de edad era Marcial el de la Isla.

Con 65 años recién cumplidos, se sienta por cuarta vez en el banquillo de los acusados, esta vez acompañado de la mayoría de los miembros de su familia, veteranos abogados madrileños y ex guardias civiles.

Su primera experiencia ante los tribunales se remonta a finales del siglo pasado, en Baracaldo. Entonces se presentaba como excontrabandista y salió bien parado del trance, porque resultó absuelto.

Siete años más tarde repitió la experiencia, esta vez en Madrid y ya se hizo merecedor de los primeros antecedentes penales, porque resultó condenado a dos años y cinco meses por cohecho (compra de voluntades), pero no perdió el tiempo y fichó para su equipo a uno de los oficiales de la Guardia Civil que desde ayer le acompaña en el banquillo como acusado, con una petición fiscal de 10 años de cárcel.

Lo peor le llegó hace cinco años cuando fue condenado a los diez de prisión que está cumpliendo en la actualidad en León, esta vez por tráfico de cocaína.

Hasta su detención en octubre de 2003, Marcial Dorado era el paradigma del contrabandista histórico reconvertido a la legalidad, con fuertes intereses en el sector inmobiliario dentro y fuera de Galicia, en el de los cultivos marinos, el energético (gasolineras) y el agrícola (vino y aceite de oliva), en Portugal y Marruecos.

Desde que pasó página como tabaquero, no escatimó recursos para lavar su imagen, a base de alternar con personajes públicos y en inmortalizar esos encuentros. Alguno de sus allegados, empeñado en rentabilizar esa inversión cuando lo vio en apuros, le hizo un flaco favor, a él y sus compañeros de rumba.