El histórico dirigente nacionalista confirma, en pleno proceso de lo que describe como el «epílogo» de su vida política, que no repetirá como aspirante de AGE a la Xunta
27 nov 2014 . Actualizado a las 07:56 h.Esta vez no se va de ninguna parte. Solo cierra una etapa. Beiras no concurrirá como cabeza de lista de AGE en las próximas elecciones autonómicas. El histórico dirigente nacionalista, de 78 años, confirma con dos de antelación sobre la fecha prevista para los comicios, el otoño del 2016, una decisión con la que da un paso más en esta etapa que él mismo describe como el «epílogo» de su vida política. La firmeza con la que Beiras descarta otra candidatura a la Xunta choca con las conjeturas sobre la posibilidad de que esos comicios no lleguen a celebrarse. Su deseo es que triunfe antes un cambio de régimen.
El portavoz nacional de Anova, que desliza su decisión en una entrevista con la publicación madrileña eldiario.es -«non serei candidato», aseguró en este medio-, sigue así la lógica de los movimientos que inició el verano pasado. Después de una intervención en la que le fue implantado un marcapasos, Beiras empezó a rebajar su actividad. Ese proceso cristalizó a mediados de octubre en su apuesta por un liderazgo compartido en Anova, con la que aupó a Martiño Noriega en la línea sucesoria. Desde entonces, es evidente la retirada de Beiras a un segundo plano dentro de su formación. Así lo constató, por ejemplo, al delegar en Noriega la representación de Anova en el acto de proclamación de Pablo Iglesias como líder de Podemos. Aunque la delegación de funciones ya había empezado antes en el grupo parlamentario de AGE, con el que Beiras se ha comprometido a terminar esta legislatura.
Pero, tanto en estos movimientos como en su decisión de no volver a ser cabeza de cartel, no se pueden obviar los mensajes con los que el líder de Anova viene alertando de su cansancio. Más mental que físico. Beiras ha encendido esas luces rojas con frecuencia en el último año. Confesó estar arrepentido de retornar a un Parlamento en el que considera que el PP cercena la capacidad de iniciativa de la oposición. Libró tensos enfrentamientos en la Cámara con Feijoo, cuyo escaño golpeó en dos ocasiones. Y, sobre todo, sufrió una dura escisión dentro de su organización, con la marcha de los dos colaboradores que lo han acompañado durante un período más amplio de su dilatada trayectoria política, Mario López Rico y Luis Eyré.
El equilibrio entre las dos almas que convivían en Anova (una más apegada a sus raíces nacionalistas, la otra más abierta a ampliar alianzas en la izquierda) saltó por los aires el invierno pasado. El detonante de esa traumática ruptura fue un imprevisto golpe de timón de Beiras. A unas horas del referendo interno en el que la militancia de Anova debía pronunciarse sobre la forma de concurrir a las europeas, el líder rompió con la que entonces era la línea oficial y apostó con los críticos por aliarse con IU para esos comicios. Beiras decantó la elección de los afiliados. La jugada salió bien, porque AGE conquistó el escaño que buscaba en Bruselas. Pero el coste fue brutal. López Rico, que ya trabajaba con Beiras en el PSG, y Eyré zanjaron más de 30 años con el líder para crear un nuevo proyecto, Cerna.
La escisión se consumó tras la asamblea que Anova celebró hace cinco semanas. Y no pudo escenificarse de forma más cruda. Beiras abrió el cónclave con la amenaza de que dejaría el mando si la formación no salía unida de la pugna interna y lo cerró con cientos de votos de castigo de los críticos. El liderazgo que había mantenido unidas a las dos sensibilidades enfrentadas en Anova quedaba tocado. El último episodio fue la traslación de esa ruptura al grupo parlamentario, con la marcha hace tres semanas de la diputada Consuelo Martínez al Grupo Mixto. El balance para Anova es desolador. Llega al ecuador de la legislatura con dos diputados menos de los que tenía cuando la inició, ya que el órdago de Martínez estuvo precedida de la delirante gestión que provocó la pérdida del acta por la salida de David Fernández Calviño. Ahora, Beiras es el portavoz de un grupo que tiene 7 escaños en lugar de 9, en el que Anova está en franca minoría con sus socios (con dos actas por cinco de IU) y que comparte con el BNG la condición de tercera fuerza que las urnas le habían encomendado en exclusiva. Ni la vitalidad de Beiras lo hace inmune a dos años tan intensos.
Seis veces cabeza de cartel
Con su decisión de cerrar la puerta a las autonómicas del 2012, descarta optar con 80 años a la que sería su séptima candidatura a la presidencia de la Xunta. En las cinco primeras, las celebradas entre 1985 y el 2001, Beiras llevó al Bloque a su techo histórico. De obtener poco más de 52.000 votos y un único escaño en 1985, el BNG pasó en las elecciones de 1997 a bordear los 400.000 y sentar a 18 diputados en la Cámara. Fue el sorpasso que convirtió al nacionalismo en segunda fuerza en O Hórreo y desplazó al PSdeG que entonces lideraba Abel Caballero. En sus últimas autonómicas como cabeza de cartel del Bloque, en el 2001, Beiras tuvo algo más de 340.000 votos que le valieron 17 escaños.
Dejó la portavocía nacional en el 2002, cuando lo relevó Quintana. Cinco años después creó Encontro Irmandiño, que se escindió del BNG en febrero del 2012. En las autonómicas de ese año, obtuvo más de 200.000 votos como candidato de AGE. En las europeas de mayo, en un contexto distinto, la coalición recibió 94.000 apoyos menos. Beiras presumió de «sacar o barco das pedras» tras las disputas internas.
Por ahora ya no tendrá que evocar el viaje de Ulises a Ítaca como metáfora de un resultado electoral. Dice que todo lo que quiere es un legón para plantar patatas.