Nueve municipios llevan este gentilicio, y el más auténtico está en Segovia, con dos cruceiros, praderas y vacas, y un castaño pilongo en medio de la plaza
28 dic 2014 . Actualizado a las 12:01 h.En una de las entradas del pueblo, si el visitante no se fija mucho, lee: «40 gallegos». Si presta más atención, lo de 40 es la limitación de velocidad, y Gallegos es el pueblo de Segovia, el más alto (1.220 metros) de la provincia. A lo lejos, en la montaña, en los días buenos se ve la Castellana de Madrid. En ella tiene una finca para sus caballos Juan Francisco Lucas Yagüe, alcalde por el PP, ganadero y conductor del autobús escolar. Gobierna a sus paisanos, que no son 40, sino el doble, y cuenta historias gallegas en uno de los dos bares del pueblo, y más tarde debajo del castaño (pilongo) que hay en la plaza (de Mayo: tal vez fue algún día de los Mallos). Por ejemplo, que el pueblo original fue Los Galleguitos. Solo quedan los restos. Que en el lugar de al lado hay una meiga que hace sus curas con la hierba del traidor y que quita el mal de ojo. Hacia el otro lado está Matabuena, que tiene la calle Villar y cruceiros, y un poco más allá, Matamala. Que había capador. Que la gente es muy suya.
Gallegos también es muy suyo. Tiene dos cruceiros de piedra. Un verde forestal que abrasa. A lo lejos, en temporada, canta el cuco. Hay ganaderos y vacas. En vez de ameneiros, fresnos. Muros de piedra entre las fincas que bien podrían ser los de Berdoias, en Vimianzo. Praderas de las clásicas. Y así todo.
Gallegos es uno de los nueve municipios españoles que coinciden en el nombre, algunos solo ese, otros con añadido: como los Gallegos de Altamiros y de Sobrinos, en Ávila; de Argañán, de Solmirón o San Felices, en Salamanca; de Hornija, en Valladolid, o del Pan y del Río, en Zamora. Lugares hay más: 21. Todos juntos no llegan a los 3.000 habitantes. El que más, Gallegos del Río, con 594. Todos comparten historia, la de los gallegos de verdad que emigraron durante siglos fundando aldeas parecidas a las suyas adaptadas a la orografía y al clima. En Gallegos de Hornija, por ejemplo, a cinco minutos saliendo de la A-6, poco después de Mota del Marqués, un vecino jubilado cuenta, al lado de una estatua de bronce dedicada a los ferreiros, que seguramente llegaron otros como él hace siglos y allí se quedaron. Y añade: «Pero nosotros somos de Castilla y León». Por si había dudas.
Hay más lugares gallegos por España, desde luego. En Mieres, Asturias (con calle Gallegos, donde vive una vecina en la calle Gallegos y se apellida Gallego). En Albacete, León, Madrid, Málaga, Murcia, Segovia. En La Palma hay un barrio que lleva este nombre, en el municipio de Barlovento. En Tenerife está el barrio de La Gallega, con más de 6.000 habitantes. La Gallega, en Burgos. Aldeagallega, en Salamanca. La Gallega, en Asturias... Y algunos más. En Fuenlabrada, el polígono industrial recibe ahora el nombre de Los Gallegos, pero hasta hace nada era el de Matagallegos. Corrección política: no porque hubiera asesinatos, sino por la hierba del mismo nombre que hacía sangrar los brazos de los segadores cuando aquello eran inmensos campos de trigo. No muy lejos, Navalcarnero es el pueblo español con más cruceiros de España, cosas del alcalde. También hay muchos, pero más antiguos, entre Gallegos de Altamira y Gallegos de Sobrinos, por ejemplo en Mirueña de los Infantes. Pero ninguno tan gallego como el de Segovia.
En el barrio tinerfeño de La Gallega viven más de 6.000 personas