En el centro de salud de Paredes de Coura, todos los médicos proceden y viven en Galicia
13 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Paredes de Coura es un pequeño pueblo de interior en el Norte de Portugal, a unos 26 kilómetros de Tui. En el centro de salud, preguntar por el médico gallego es como no preguntar nada, porque los seis facultativos que consultan proceden de Galicia. Y, como la inmensa mayoría de sus colegas, viven en España. «Yo hice la especialidad en el 99 y estoy en Paredes desde el 2004», explica Estefanía Losada, una de las médicos de la plantilla gallega. No quiere ni oír hablar de volver a Galicia a trabajar: «Estuve diez años intentando aprobar el MIR, sin éxito. Aquí lo conseguí a la primera; tuve el apoyo de un orientador y siempre estuve estupendamente».
Su historia es bastante común entre la nutrida comunidad de profesionales de la salud gallegos que hoy componen una parte importante de la plantilla sanitaria en el norte de Portugal. Sometidos en su tierra natal a contratos por días e incluso por horas y hartos de tanta inestabilidad, hicieron la especialidad en Portugal, consiguieron una plaza y hoy, pese a las penurias económicas que ha pasado y sigue pasando el país vecino, ni se les ocurre volver: «Para mí, la cuestión económica no es la más importante -expone Estefanía-. Yo quiero calidad en mi trabajo. Y este me aporta una gran satisfacción».
Condiciones satisfactorias
Este es otro punto común en la experiencia de los médicos de familia gallegos. Pese a que la mayoría gana menos que sus colegas del Sergas (alrededor de 2.000 euros por 42 horas de trabajo), aseguran que las condiciones son mucho más satisfactorias: «Nos ocupamos desde la salud infantil al seguimiento de diabéticos o hipertensos; hacemos el rastreo oncológico en mujeres, labores de prevención...». Estefanía señala las ventajas de su trabajo y el resto de sus colegas cabecea afirmativamente. «La gente es muy respetuosa con el médico -añade Ana Barral, otra de las facultativas gallegas-. Nada que ver con lo que ocurre en España».
Los médicos portugueses tienen la facultad de pedir pruebas diagnósticas prácticamente de todo tipo; establecen agendas con tiempos de consulta que rara vez bajan de los quince minutos por paciente y, en realidad, es anormal ver largas colas como ocurre con frecuencia en los ambulatorios gallegos. Admiten que algo que ver tienen las tasas moderadoras, la forma de copago sanitario establecida desde hace años que la troika duplicó. Ir al ambulatorio en Portugal cuesta cinco euros. Si la visita es en fin de semana, diez. Y las pruebas diagnósticas tienen todas precio: «De todos modos, hay una parte importante de la población que está exenta del pago, -señala Delia Otero-. Si me pregunta mi opinión sobre la justicia de estas tasas, yo creo que está bien su establecimiento aunque ahora mismo son demasiado altas».
Mejora económica relativa
Delia es de las que se quejan del deterioro económico que han sufrido sus condiciones de trabajo. Con el rescate a Portugal, sus nóminas se vieron seriamente afectadas. Primero fue la retirada de una paga extra y luego el establecimiento de una tasa de solidaridad que llegó a superar el 12% del salario. La paga está empezando a ser recuperada, aunque el Estado está prorrateando su pago, en tanto que la tasa de solidaridad ha empezado a descender: «El caso es que seguimos cobrando lo mismo», lamenta la doctora Otero. Es cierto que todos estos médicos tienen la posibilidad de hacer horas extras: «Pero no olvide que nuestro contrato es de 42 horas semanales. Y aquí se ficha con la huella digital», recuerda el doctor Julio Masid. Así que las horas extras lo son de verdad.
¿El hecho de que seis médicos no portugueses hayan copado los puestos sanitarios en el ambulatorio les ha supuesto algún comentario malicioso, alguna mirada torva? «En absoluto», responden al unísono. «No hay ningún recelo -explica Masid-. Todo lo contrario. Con frecuencia nos dicen lo afortunados que son por tenernos aquí». En cuanto acaben su jornada, los seis se irán a su casa: en Tui, en Vigo, en Pontevedra. Al día siguiente, la población de Paredes, les estará esperando con los brazos abiertos.