Feijoo sigue sin mirar cuotas territoriales en su Ejecutivo

Serafín Lorenzo SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

La Voz

Frente al equilibrio con el que Fraga contentaba a sus barones, 9 de los 10 conselleiros actuales son de A Coruña y Pontevedra

06 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Los tiempos políticos son otros, y los criterios que se aplican para configurar gobiernos, también. La resolución de la quinta crisis abierta por Feijoo en los seis años y medio que lleva en el poder profundiza en el cambio de estilo que implantó desde la conformación de su primer Ejecutivo. Decisiones que ahora parecen accesorias en la etapa de Fraga habrían desatado un tsunami en aquel PP en permanente riesgo de combustión interna. El ejemplo más obvio es el de la desaparición de las cuotas territoriales en el reparto de los asientos del Consello de la Xunta. El equilibrio que en el catecismo de Fraga era una premisa sagrada es para Feijoo un capricho prescindible. De los diez conselleiros del nuevo Gobierno, nueve proceden de las provincias de A Coruña y Pontevedra. Lugo solo está representado por Francisco Conde (Economía). Y el único ourensano es el propio presidente.

Feijoo ya rompió las ataduras de los cupos territoriales en el acto de la toma de posesión de los integrantes de su primer Ejecutivo, en abril del 2009. «Aquí ninguén atopará cuotas, nin de tipo persoal, porque a elección está fundamentada na capacidade; nin de tipo territorial, porque Galicia é única», proclamó entonces. Y no se ha movido un milímetro de esa máxima. Tampoco en aquel primer Gobierno había representación lucense, pese al esfuerzo en adscribir a Samuel Juárez a esa provincia. Y el único conselleiro ourensano, Jesús Vázquez (ahora alcalde de la ciudad), llegaba de Madrid.

Golpe al poder provincial

Aquel fue un giro radical que, a través del organigrama de la Xunta, revolucionó el funcionamiento interno del PP gallego. Por vez primera, las baronías provinciales veían moverse la tierra bajo sus pies. La crisis brindó a Feijoo la coartada necesaria para voltear la estructura orgánica de la Administración y dinamitar de paso el entramado de poder provincial. Había que aligerar el censo de altos cargos. Feijoo presumía de suprimir 66 en relación al Gobierno bipartito. Al liquidar la estructura periférica que replicaba el organigrama de las consellerías en las cuatro provincias, y sustituirla por cinco únicos delegados del Ejecutivo, había eliminado de un plumazo 47 puestos con derecho a coche oficial.

Pero más allá de predicar ante la opinión pública con su recetario de austeridad, la maniobra supuso en clave interna un sutil golpe de efecto que mermó el margen de gestión de las provincias. Los barones del PPdeG se quedaban así sin 47 golosos puestos que mover en función de sus intereses. Y Feijoo ganaba independencia en la toma de decisiones en el partido. Sin contestación interna, como si nada hubiera pasado.

Con su última remodelación del Ejecutivo gallego, son mayoría los conselleiros que proceden de la provincia de A Coruña. José Manuel Rey Varela (exregidor de Ferrol) y Ánxeles Vázquez (hasta ahora alcaldesa de Melide) se suman a Beatriz Mato (A Coruña), Ethel Vázquez (Ponteceso) y Rosa Quintana (que aunque nació en Venezuela está afincada en Brión). Entre los cinco conselleiros restantes, Jesús Vázquez Almuíña (que llega a la Xunta desde la alcaldía de Baiona) eleva a cuatro la representación de la provincia de Pontevedra. La completan el vicepresidente Alfonso Rueda (Pontevedra), Valeriano Martínez (Cangas) y Román Rodríguez (Lalín). Lo dicho. Por Lugo, está el monfortino Francisco Conde, y para encontrar alguna representación ourensana hay que acudir al lugar de origen del mismo Feijoo (Os Peares).

Fraga nunca hubiera procedido así. Cacharro y Baltar Pumar no lo consentirían, y el de Vilalba era muy consciente de la eficacia de un modelo que facilitó la expansión de sólidas redes clientelares que, a la postre, fueron determinantes en las sucesivas mayorías absolutas del fraguismo. Este fue el mérito que reivindicó Feijoo, cuando se quejó de que los que habían gobernado en la etapa el bipartito no reconocieran el valor de su decisión de volar aquella vieja estructura de poder provincial asociada a la Xunta. «Dicían que o PP facía o Goberno para contentar ás provincias», clamó el presidente en la puesta de largo de su primer Ejecutivo. Seis años y medio después, sigue reclutando los perfiles que juzga mejores en las atlánticas. El éxito del cambio es que nadie repara en el.