Todos los argumentos expuestos por las defensas en favor de los acusados, los mismos que usarán ahora en sus recursos, fueron rechazados por los 9 miembros del tribunal
02 nov 2015 . Actualizado a las 10:29 h.El jurado del caso Asunta no le compró absolutamente nada a las defensas. A Rosario Porto y Alfonso Basterra los declararon culpables de asesinar a su hija porque eran muchos los indicios y escasas y débiles las razones para deducir lo contrario. Así lo entendió el jurado popular, que rechazó cada uno de los argumentos expuestos por las defensas, haciendo suya la tesis de la acusación popular. Ahora que nueve ciudadanos fallaron en contra de los procesados, sus letrados intentarán darle la vuelta al veredicto en el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG), que tendrá que resolver los recursos.
Inmovilizados por las pruebas presentadas por las acusaciones contra ellos, sus defensas trataron siempre de dar una explicación razonable a cada una de ellas. Si se les echaba en cara la ingente cantidad de Orfidal que adquirieron entre julio y septiembre, los abogados mostraban al jurado la dosis que tenía prescrita la acusada para demostrar que las 125 pastillas fueron ingeridas por la acusada y no administradas a su hija. Cuando el fiscal les recordaba lo extraño que resultó para todo el mundo que la acusada no recordase durante los seis días posteriores al crimen que había ido con su hija a Teo, el letrado de Porto apelaba al estado de shock que presentaba en aquellos momentos su clienta y a los efectos secundarios que provoca el consumo de lorazepam, según declaró un psiquiatra en el juicio, que afirmó que puede causar amnesia y pérdida de memoria reciente. Tampoco enmudecían al recordarles las palabras de las profesoras de música cuando rememoraron las quejas que les había trasladado Asunta sobre los polvos blancos que le daba su madre y que la hacían dormir durante días. La defensa de Alfonso llegó a decir en el juicio que una de aquellas maestras parecía un testigo profesional, que «sabe impactar», que no es tan «espontánea» como cree la acusación. Además, la abogada recordó que en la supuesta confesión de Asunta a una profesora no se habla de Basterra, sino de su madre, «pero en cualquier caso no creo que ese episodio signifique lo que se está diciendo».
Estas son las bazas a las que se agarrará la defensa para sacar a Alfonso Basterra y Rosario Porto de la cárcel en su recurso ante el Tribunal Superior:
El vecino de la pista de Teo. El hombre que vive a 50 metros del lugar en el que apareció el cadáver de Asunta declaró en el juicio que pasó hasta tres veces con su mujer por el camino aquella tarde y noche y que «la niña no estaba ahí» antes de las 22.30 horas. Hasta lo juró por su madre. Eso los exculparía de inmediato, pues a esa hora los acusados ya estaban con la policía. La esposa de este testigo, que paseó por el lugar como su marido, también dijo que Asunta tuvo que ser dejada junto a la pista hacia la medianoche.
Ni una cámara captó a Alfonso. Si bien una joven declaró haberlo visto con su hija en la calle sobre las 18.20 horas, las defensas tienen cómo rebatirlo. Por un lado, a esa misma hora, una cámara captaba a Asunta en el coche con su madre camino de Teo. No podía estar en dos sitios a la vez. Además, ninguna cámara recoge a Basterra camino de la finca familiar, pese a que el jurado da como un hecho probado que sí acudió. Ante estas evidencias, la letrada de Basterra lanzó esta pregunta: «¿Se puede demostrar que el acusado fue a Teo?». Para la abogada, las acusaciones lo sitúan en el lugar del crimen sin prueba alguna porque necesitan demostrar que en este crimen tuvieron que participar dos personas. En el veredicto, los 9 miembros del jurado sostienen que Basterra y Asunta se montaron en el Mercedes de la madre y que los tres se trasladaron a Teo. Argumentan que Alfonso podía ir en la parte de atrás, aunque las cámaras solo reflejan a la madre y a la hija en los asientos delanteros. Tampoco dan detalles de cuándo ni cómo regresó el padre a su piso. Dan por hecho que lo hizo antes que Rosario porque su móvil lo sitúa en Santiago minutos antes de que la alarma de la finca de Teo se conectase por última vez, pero no entran a clarificar cómo se desarrolló ese viaje de regreso.
La capacidad física de Rosario para trasladar el cuerpo de su hija. Precisamente por eso, por esa incapacidad de la acusada para bajar en brazos a su hija Asunta desde el primer piso de Montouto hasta el coche y luego dejarla en la pista forestal es por lo que las acusaciones incluyen a Basterra, «sin prueba alguna», en la ejecución del crimen y del traslado del cuerpo, según la defensa de Alfonso. Por su parte, el abogado de Rosario, José Luis Gutiérrez Aranguren, apeló a la imposibilidad de que su clienta moviese el cuerpo de la víctima. Se trataba de una niña de 41 kilos, tan alta o más que la madre.
El Orfidal adquirido por Alfonso entre julio y septiembre es el que tenía prescrito la acusada. Que Alfonso Basterra acudió hasta en cuatro ocasiones a la farmacia a comprar Orfidal aquel verano del 2013 no se discute. En total, se llevó entre junio y septiembre 175 comprimidos de lorazepam. ¿Una cantidad desproporcionada? Para la abogada de Basterra, no. Es el número exacto de pastillas que tenía prescritas Rosario Porto, pues debía tomar dos al día, incluso tres. La defensa del acusado reconoció que su patrocinado es «una persona diferente, cuyos comportamientos o reacciones pueden sorprender. Las personas no somos iguales», dijo para tratar de explicar su actitud tras la muerte de su hija o la preocupación previa de su defendido por la salud mental de su exmujer, que le llevó a adquirir en varias ocasiones el medicamento Orfidal. «Él dio una explicación a este hecho, ella lo refrendó y solo nos dijeron que estábamos buscando una coartada», lamentó Hospido. Con este y otros ejemplos quiso incidir en la teoría de que la investigación estuvo siempre «encaminada» hacia la acusación de los padres: «No se veía más que lo que se quería ver, y si se contradecía lo estipulado, no valía», aseveró en una dura crítica al instructor, el juez José Antonio Vázquez Taín. La misma letrada hizo referencia en su alegato a que Basterra era un periodista «inteligentísimo», por lo que le parece «del género bobo» que si su cliente estaba planeando asesinar a su hija con Orfidal «vaya haciendo ensayos» por Santiago adelante, dejando rastros en las escuelas de música y en el instituto en el que estudiaba.
La comida en casa de Alfonso y el momento de la sedación. Si Asunta fuese drogada con lorazepam cuando comía en casa de Alfonso con sus padres, como sostienen los análisis forenses y toxicológicos, estaría afectada a las 6 de la tarde, que es la última vez que se la ve con vida. Este es otro de los principales argumentos de las defensas para descartar que la sedación se produjo a la hora de la comida o después. «¿Es coherente que dejen salir a la niña sola a las cinco de la tarde si después de ingerir lorazepam en la comida debería estar en estado semicomatoso y cualquiera la podría ver o parar por la calle?», se preguntó la abogada de Basterra.
El análisis no demostró que las cuerdas fuesen de la misma bobina ni en el coche de Rosario había rastro de la pista de Teo. Los minuciosos análisis a los que fueron sometidas las cuerdas halladas junto al cadáver y las que se encontraron en la casa de Teo no sirvieron para determinar que salieran de la misma bobina. Tampoco el vehículo de Rosario, donde se presume que se trasladó el cuerpo sin vida de Asunta, presentó una sola mota de polvo de la pista forestal.
No hay móvil del crimen. Pese a que para condenar a alguien no se necesitan conocer las razones que lo llevaron a matar, las defensas tienen aquí otro argumento con el que tumbar la tesis de las acusaciones. Sostienen que no hay un solo motivo que pudiese llevar a los acusados a deshacerse de su hija. Descartaron la posición del fiscal, cuando habla de que la niña les estorbada. Aranguren se cansó de repetir que si así fuera, su cliente tenía dinero suficiente para enviar a su hija interna al extranjero. O incluso cederle la custodia al padre. También se demostró que no había móvil económico.