¿Sabía Asunta que la querían matar?

alberto mahía SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

SANDRA ALONSO

El jurado no ha podido determinar si la víctima sospechaba o no de algo, aunque sus quejas a la profesora de violín sobre los polvos blancos constatan que estaba preocupada

04 nov 2015 . Actualizado a las 01:14 h.

A Asunta le empezaron a ocurrir cosas muy extrañas a partir de julio del 2013. Acude a clase sedada, se pasa días durmiendo, un extraño la intenta estrangular... Hasta esa fecha había sido una niña «con una salud de roble», según palabras de su cuidadora, colmada de atenciones y a la que sus padres y abuelos maternos habían criado como a una princesa. Pero de pronto todo cambia y nadie sabe por qué.

¿Sintió la niña que algo malo le querían hacer? ¿Qué pensaba Asunta de todo lo que le estaba ocurriendo? Algo podría estar sospechando cuando les confiesa a las profesoras de música que sus padres la estaban «engañando», que su madre «le daba unos polvos blancos que la hacían dormir durante días». Pero a nadie más le comentó nada parecido. Ni siquiera a su mejor amiga. A nadie. El jurado no ha podido tampoco entrever si la niña tenía miedo a lo que pudiera sucederle.

Cuando el juez Vázquez Taín daba los primeros pasos de la instrucción, cuando ya había escuchado el testimonio de las profesoras de música y recibido el análisis capilar de la víctima que reflejaba que había sido sedada durante los tres últimos meses de su vida, llamó uno a uno a los amigos de la niña por si a alguno le confesara algo que mereciera ser sabido. Todos le contestaron que Asunta jamás les había hablado de que tenía un problema. Solo una, la que podría considerarse como su mejor amiga, recordó un mensaje de móvil que la víctima le envió el 5 de julio, unas horas después de que un hombre enmascarado y con guantes de látex entró en su casa mientras dormía y la intentó estrangular. El wasap decía así: «Ayer me han intentado matar». Al leerlo, la niña no le dio importancia «porque Asunta era muy bromista» y no se lo creyó, según le confió al juez instructor. La víctima no volvió a hablar de aquello ni su amiga le preguntó hasta una semana después, cuando ambas menores viajaban en coche a Vilanova y Asunta rememoró aquel episodio a los padres de su compañera de clase. Estos, al oír aquello, llamaron de inmediato a Rosario para comprobar si lo que les había contado la cría era cierto o se lo había inventado. La acusada le confirmó el episodio y le explicó que no había acudido a la policía porque por nada del mundo quería que su hija sufriese un trastorno, que lo mejor era olvidarlo porque, además, nunca se podría detener al autor, pues llevaba guantes e iba encapuchado. La interlocutora, al escuchar aquello, le sorprendió la actitud de Rosario, como así declaró en el juicio.

El día en que Asunta regresa de pasar unos días con sus amigas en Vilanova, Alfonso acudió a la farmacia a comprar Orfidal. Y cuatro días después, el 22 de julio, se produce el episodio más severo de sedación. Fue el día en que el acusado llevó a su hija a la academia de música Play después de que pasara la noche en su casa. «Como alguien no me coja me voy a caer», dijo Asunta durante la clase de violín. La niña «se tambaleaba», algo que llamó la atención de las maestras, pues era una niña que jamás fallaba las notas «porque era brillante, siempre hacía todo bien». «¿Será por la alergia?», le preguntó la profesora, que minutos antes había escuchado como Basterra le alertaba de que su hija había tomado antihistamínicos. «Yo no tengo alergia», les contestó enérgica Asunta a sus profesoras. Y añadió «no sé qué me pasa. Me dieron unos polvos blancos que sabían fatal y dormí dos días seguidos. A mí nadie me quiere contar la verdad», explicó la víctima. Las profesoras le preguntaron quién le había dado esos polvos. «Mi madre», respondió. «¿Y quién se los dio a tu madre?». «Una amiga en el portal de casa», añadió.

El padre, aquel día, les había asegurado a las maestras al ir a recoger a la cría que no le daban «nada. Como mucho un flisflís». Otro profesor del centro relató al jurado que cuando Basterra fue a buscar a su hija a la academia, este les explicó que le habían dado un tratamiento fuerte para la alergia.

Asunta no volvió hablar de polvos blancos con nadie. Ni a su madrina, con la que estuvo 20 días en el mes de agosto, ni a su cuidadora, con la que pasó una semana en Val do Dubra. Ambas destacaron la buena salud que tenía la víctima. De hecho, a la mujer que llevaba trabajando en casa de Rosario Porto desde el 2001 le llamó la atención la respuesta que le dio la cría el 18 de septiembre, tres días antes de morir. Asunta no había acudido a clase el día anterior porque, según sus padres, estaba enferma. Cuando la cuidadora le preguntó qué tal estaba, la niña solo le contestó que muy bien, pero que tenía «mal sabor de boca».

El misterioso blog

Se habló mucho también de un relato de misterio que empezó a escribir Asunta en un blog nada más fallecer su abuelo, en julio del 2012. Llevaba por título Asunta y era un encargo de su profesora de inglés. En un principio se quiso ver mucho más allá. Se buscaban dobles lecturas en aquellas frases. Pero a nada se llegó y pronto los investigadores dieron carpetazo al asunto.

En aquel blog, la niña relataba apariciones sobrenaturales en el parque de la Alameda e incluía un relato de asesinato y venganza en una familia de tres miembros que acabó con el fantasma de John, el padre asesinado, vagando por ese jardín, y con el de la madre asesinada, Anna, en Belvís. Aquel blog lo inicia en julio de 2012, el mismo mes en el que fallecía, a los 88 años su abuelo materno, Francisco Porto. Siete meses antes la pequeña había perdido a su abuela materna, Socorro Ortega. La última vez que escribe, en septiembre del 2012, lo hace para narrar la historia de una familia golpeada por la tragedia de dos asesinatos. «Primero contaremos la historia del parque de la Alameda», anuncia, y narra: «Érase una vez una familia feliz; un hombre, una mujer y un hijo. Un día la mujer fue asesinada. El hombre tenía que tomar represalias sobre la persona que mató a su mujer (Anna) pero también murió, porque intentó tomar represalias pero el hombre malo mató a John, el marido. Su cuerpo está en el parque de la Alameda y su espíritu también. Espera que el espíritu de su mujer venga a él». Aquellos textos se miraron y revisaron decenas de veces y a ninguna conclusión se llegó.

La Voz entrega el sábado «Asunta», el libro con las claves del crimen

La Voz de Galicia, que contó desde el primer momento las claves de la investigación del asesinato de Asunta, que ahora, dos años después, termina con el veredicto del jurado, que los declaró culpables, entrega este sábado el libro que repasa al detalle en 160 páginas uno de los crímenes más mediáticos.

El volumen se podrá adquirir conjuntamente con el periódico por el precio de 1,95 euros y la entrega del cupón que vendrá con La Voz. Los suscriptores de La Voz podrán solicitar el libro de la forma habitual, llamando al número de teléfono 900 154 218.

La publicación sitúa al lector en los distintos escenarios de la investigación con un relato que lo acerca a aquella madrugada de septiembre en la pista forestal de Teo; a la oficina de denuncias de la comisaría de Santiago en la que Rosario Porto y Alfonso Basterra denunciaron la desaparición de su hija; y a los pisos de Doutor Teixeiro, República Arxentina y Xeneral Pardiñas, en Santiago, y a la casa de Teo.

La infancia de Asunta, sus inquietudes, sus amigos, sus aficiones y sus últimas horas de vida aparecen reflejadas en este trabajo periodístico.