
Entre las urbes con el servicio más caro se encuentra la capital, donde la recogida de basura le cuesta a cada hogar 125,70 euros anuales
23 nov 2015 . Actualizado a las 10:04 h.El servicio es el mismo en las siete principales ciudades gallegas. Pero la tasa municipal que pagan los hogares por la recogida de basura llega a duplicarse de unas a otras. Una familia que resida en Pontevedra abona 131,58 euros al año (21,93 en la factura bimestral), mientras que otra que viva en Ferrol desembolsa 52,68 (37,32 si habita una vivienda en una zona rural del municipio). Entre las urbes con el servicio más caro también se encuentra Ourense, donde la recogida de basura le cuesta a cada hogar 125,70 euros anuales (20,95 en la factura que se expide cada dos meses). Los ourensanos, que ven reducida esa factura a menos de la mitad (57,30 euros al año) si su domicilio está en un punto sin recogida diaria, pagan casi el doble que los coruñeses (66,86 euros).
La ciudad herculina ilustra la disparidad de precios que caracteriza la gestión de los residuos urbanos en Galicia. Sus vecinos pueden estar sujetos a tres tasas de recogida diferentes en función de la «categoría» de la calle en la que residan, según la terminología que el propio Concello utiliza en la ordenanza correspondiente. Si es de categoría uno y dos, abonan la tasa en su importe máximo: 66,86 euros anuales. Pero los coruñeses con domicilios en calles de la categoría tres y cuatro pagan 62,40, y los de vías de quinto o sexto rango, 58,69.
En Santiago, el agua penaliza
Las otras tres ciudades están por debajo de los 100 euros anuales. A los vecinos de Lugo el servicio de basura les cuesta 86,52 euros por vivienda y año, aunque como en otras urbes la tasa se reduce a la mitad (42,24) en las zonas por las que el camión no pasa todos los días. En Vigo, cada familia paga 84,10 euros al año, que es un 36 % menos que en Pontevedra y un 25 % más que la tasa máxima en A Coruña. En Santiago, cada vivienda liquida por ese concepto un término fijo de 74,04 euros al año. Aunque en la capital de Galicia ese importe puede subir en función del agua que se consuma en cada hogar. Así, por cada metro cúbico que pase de 10 mensuales, el recibo de la basura se encarece 17 céntimos. Esta parte variable no podrá superar el 75 % de la fija. Es decir, que ningún compostelano pagaría más de 125,86 euros, por mucha agua que consuma.
Esta heterogeneidad en los precios también se observa en el resto de municipios gallegos. Según un informe de la Xunta, los más altos se dan entre parte de los coruñeses adheridos a la planta de Nostián, como Abegondo, Arteixo, Bergondo, Betanzos, Cambre, Carral, Sada, Culleredo y Oleiros, todos por encima de los 100 euros. Viveiro también supera ese umbral. En Carballo pagan 62,48 euros en las zonas con recogida diaria, y en Verín, 54,40.
Pero lo que los municipios recaudan por las tasas de recogida no cubre el coste total del servicio. Por ejemplo, Lugo abonará este año a la concesionaria Urbaser 3,08 millones por la recogida de basura dentro del término municipal, sin contar lo que abonará a Sogama por el transporte y tratamiento de esos residuos, a razón de 73,9 euros por tonelada. Los 296 adheridos al sistema mayoritario (gestiona 874.000 de los 1,06 millones de toneladas anuales que genera Galicia, un kilo al día por habitante) pagarán este año 59,3 millones por la recogida, el transporte y el tratamiento de su basura. Pero no todos repercuten por igual ese coste en las facturas domésticas. De hecho, todavía quedan pequeños concellos en Galicia que no cobran a sus vecinos por la basura.
Deudas y conflictos judiciales siguen proyectando sombras sobre el futuro de Sogama
Desde que, en el 2013, la Xunta anunció su intención de encarecer el canon que Sogama cobra a los concellos para compensar la pérdida de primas por la venta de la energía, el sistema que trata la basura de 8 de cada 10 gallegos no ha dejado de acumular tensiones. Las provocadas por las deudas de los ayuntamientos se suman al contexto adverso derivado de la reforma energética, préstamos pendientes de amortizar y hasta un conflicto de competencias con el Estado.
Nuevas reglas energéticas
El golpe que generó más problemas fue la reforma eléctrica, que afecta directamente al modelo de negocio. Tras subir el canon un 34 %, en previsión de perder las primas por la venta de electricidad, y barajar un aumento adicional de hasta el 25 % para este año, la Xunta logró obtener una compensación que le permitirá seguir cobrando esa energía por encima de los precios de mercado. Por esa vía recuperará 18 millones al año, un escenario que le permitió en enero rebajar el canon 10 %. Pero Industria demoró 9 meses la clasificación de la planta de Cerceda, lo que bloqueó un pago de 21 millones y mermó la liquidez de Sogama.
El Estado reclama 17 millones
Superado ese escollo, en las últimas semanas se ha reactivado el conflicto de competencias con el Estado que podría obligar a la sociedad ambiental a devolver 17 millones en primas que pudo cobrar de forma indebida. El Tribunal Superior de Xustiza ratificó hace un mes esa reclamación.
Además, Sogama arrastra una deuda en préstamos pendientes de amortizar que a principios del presente año ascendía a 33,6 millones, que se suman a los 25,7 de la deuda subordinada que mantiene con la Xunta y con su socio privado, Gas Natural.
Ofensiva contra los impagos
Pero la sociedad también tiene cobros pendientes. Después de cerrar en julio el acuerdo por el que el Concello de Pontevedra abonará los 4,72 millones que adeuda por impagos (enero del 2009 a diciembre del 2014), otros municipios y mancomunidades deben unos 8 millones. La Xunta acaba de recurrir por vez primera en su historia a la retención del Fondo de Cooperación Local para presionar a 10 concellos insumisos que no pagan la subida del canon. Y queda un último frente. El Constitucional resolverá si la Xunta vulneró con esa subida competencias municipales.
Tres sistemas que no evitan el envío de 250.000 toneladas al año a vertederos
La decisión de la Xunta de subir un 34 % el canon que Sogama cobra a los concellos, que en enero pasado mitigó con un recorte del 10, ha reabierto el debate sobre la eficacia de ese modelo, orientado a la generación de energía eléctrica a partir de la incineración de los residuos. Lo cierto es que ninguno de los tres grandes sistemas que se aplican en Galicia evita que más de 250.000 toneladas al año acaben en vertederos.
El modelo eléctrico de Sogama
El complejo de Sogama en Cerceda trata la basura de 2,28 millones de gallegos, el 82 % de la población. La sociedad participada al 49 % por Gas Natural se financia a través del canon que cobra a los concellos, por el que este año ingresará 59,3 millones, y por la venta de la energía que produce, que le reporta 46,85 millones. Su eficiencia ha mejorado. Entre el 2011 y el 2014, recortó un 39 % el envío de residuos al vertedero de Areosa, pero todavía deposita 189.000 toneladas al año. Este desajuste está provocado por la saturación de la planta de Cerceda, un lastre que quiere solventar con la ampliación que le permitirá reducir a 100.000 las toneladas de basura a las que Sogama no da el tratamiento óptimo. En la mejora del rendimiento durante los últimos años también ha incidido la caída en la generación de basura por la crisis, un 11 % desde el 2008.
Barbanza y el biogás de Nostián
De los dos modelos alternativos a Sogama, el de Nostián gestiona 156.000 toneladas de residuos que generan los 396.000 habitantes de A Coruña y de los ocho concellos del Consorcio de As Mariñas. Nostián, el sistema más costoso de los tres, utiliza los desechos para producir biogás. Además, envía a vertedero más de 80.000 toneladas al año. El tercer modelo es el de los 9 municipios de la Serra do Barbanza, que tratan en Lousame 31.600 toneladas, de las que unas 19.000 no tienen un tratamiento idóneo.