Feijoo, Blanco Valdés y Vázquez exaltan la Constitución del 78

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

MARCOS MÍGUEZ

El catedrático subraya que el estatuto de autonomía es comparable al federalismo

27 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«Con las bombas que tiran los fanfarrones, hacen las gaditanas tirabuzones». Con esta célebre diatriba de 1812 comenzó su intervención el catedrático de Derecho Constitucional Roberto Blanco Valdés en la Fundación Barrié, en A Coruña. Valdés, que acudió a la presentación de la colección Constituciones Españolas y Estatutos de Autonomía de Galicia en la Fundación Barrié, en A Coruña, recordó que en España ha habido siete constituciones desde 1812 «porque hemos tenido una historia difícil y pendular». Pudiera parecer, puntualizó, que tuvimos «un constitucionalismo peculiar», pero no lo es tanto, «pues cualquier país europeo ha promulgado más».

No fue hasta 1978 cuando se acabó con aquel vaivén. Se preguntó el catedrático por qué los españoles tenemos tanta «manía» en «meternos las manos en las tripas y pensar y hablar mal de nuestro pasado, del que no debemos avergonzarnos».

Sobre el Estatuto de autonomía, sobre todo de el de 1981, destacó que lo que salió de aquel consenso de las tres fuerzas que había en el Parlamento gallego «es comparable al federalismo».

El exalcalde coruñés y embajador, Francisco Vázquez, tomó esas palabras para recordar que aquel estatuto nació de la unión y del esfuerzo de las formaciones políticas gallegas no nacionalistas, pues los nacionalistas «ni votaron la Constitución del 78 ni el Estatuto de autonomía de 1981; si bien ahora se benefician de ambas».

Vázquez, que participó con 30 años como diputado en el nacimiento de la Constitución del 78, recordó el esfuerzo por la unidad y el consenso de aquellos padres de la Carta Magna.

También acudió a la presentación de la colección el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo. Recordó que «o noso Estatuto foi un triunfo da España solidaria e da Galicia considerada nacionalidade histórica, sobre un Estado concibido en dúas velocidades».

Con respecto a la Constitución de 1978, apuntó que «foi a sociedade española a que a moldeou e sería a nova Constitución a que moldeara un entendemento duradeiro».

Cree que «pouco hai de novidoso na pretensión de facer da Constitución unha ferramenta de partido e no menosprezo do pacto, do acordo, do consenso e dunha saudable ambigüidade que non satisfai a ninguén e que abrangue a todos».