La comunidad fue pionera en el aprovechamiento de la energía del viento y vivió un auténtico bum en los años 90 y así continuó hasta el primer lustro del 2000
05 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Los parques eólicos gallegos empiezan a hacerse viejos. La comunidad fue pionera en el aprovechamiento de la energía del viento y vivió un auténtico bum en los años 90 y así continuó hasta el primer lustro del 2000. Durante ese tiempo se levantaron la mayor parte de los 162 parques que salpican la comunidad, que, pese al parón que vive el sector, continúa en los puestos de cabeza por potencia eólica instalada. Es la cuarta de España. Tal desarrollo prematuro, comparado con el resto del país, está dejando anticuados los molinos -la renovación tecnológica para diseñar máquinas cada vez más potentes es incesante- y provocando problemas como la dificultad para encontrar piezas de repuesto en caso de avería. Pero que las máquinas sean antiguas «no significa que no sean seguras», subraya Íñigo Muniozguren, secretario general de la asociación eólica de Galicia (EGA), la patronal del sector. Tanto él como el delegado en Galicia de Iberdrola, Francisco Caamaño, subrayan que incidentes como el ocurrido en Ponteceso son extraordinarios. No son en absoluto frecuentes. De hecho, no recuerdan que nunca antes se hubieran desprendido unas palas del cuerpo del aerogenerador en pleno funcionamiento. «Los parques son seguros, se realizan inspecciones periódicas, se paran los molinos, se sube a ellos, se toma la temperatura, no echamos un ojo, es una labor minuciosa, no se espera a que se rompa la máquina para actuar», subraya Caamaño. Pero el responsable de Iberdrola reconoce que los aerogeneradores son antiguos, que las máquinas están expuestas a condiciones extremas y que permanecen en funcionamiento durante miles de horas al año. Y que, por tanto, se producen averías e imprevistos como incendios por la caída de rayos o por calentamiento de los motores. «Se toman todas las medidas de seguridad posibles, pero a veces hay imprevistos», admite Caamaño. Los molinos incluso están preparados para soportar vientos huracanados, simplemente se paran automáticamente cuando detectan rachas de 100 kilómetros por hora. Los parques gallegos más antiguos tienen ya 15 años, como el de Ponteceso, cuando la vida útil está estimada entre 20 y 25. Es decir, no están jubilados, pero no les queda mucho para hacerlo. Y debería tocarles una renovación. Las empresas llevan años con proyectos de repotenciación bajo el brazo, esto es, para cambiar las máquinas antiguas por otras más modernas. Como el que maneja Gas Natural Fenosa para el parque de Cabo Vilán, de los primeros que se levantó en Galicia. Allí prevé retirar los 22 molinos existentes para sustituirlos por solo dos igual de potentes. No es el único proyecto de repotenciación que circula por los despachos de la Consellería de Industria, pero, de momento, no se ha llevado a cabo ninguno. Y no lo ha hecho por el mismo motivo por el que se no se construyen parques nuevos en los últimos años. Porque para esto también hay proyectos, presentados y aprobados en el concurso eólico, pero ninguno acaba de coger forma. La reforma energética acometida por el ministro Soria suprimió las primas a la producción para los parques anteriores al 2004 (el 70 % de los gallegos) y también acotó de forma importante los incentivos para los más nuevos. En la práctica esto ha desembocado en un parón en el sector renovable, modernización de parques incluida. «La retribución que te dan ahora no compensa inversiones de tanta importancia, estamos hablando de 1,3 millones por cada megavatio», concluye Muniozguren.