Mantienen viva la amenaza del ojo por ojo si no cumple íntegra la condena

L. P. PONTEVEDRA / LA VOZ

GALICIA

La víspera del juicio, los más allegados a la fallecida Lupe Jiménez reconocieron que su madre había muerto «obsesionada con hacer cumplir la ley gitana»

18 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Es un conjunto de normas no escritas y que los consejos de ancianos se encargan de interpretar. Es la ley gitana, la misma que, entre otras cuestiones, impone la ley del talión, aquello del ojo por ojo y diente por diente para los crímenes de sangre. La misma que muchos familiares de Lupe Jiménez, la pontevedresa muerta a cuchilladas por su marido en el 2014, anhelan que recaiga sobre este. Sin ir más lejos, en la víspera del juicio, los más allegados a la fallecida reconocieron que su madre había muerto «obsesionada con hacer cumplir la ley gitana».

Es un código que no solo marca al autor material del crimen, sino también a sus familiares, sobre los cuales puede terminar recayendo «la sed de venganza», a la que ayer aludieron desde la Sociedad Gitana Española. Unas ansias de revancha que, en su día, provocaron el destierro -sí, destierro en pleno siglo XXI- de todos los parientes de José Cortiñas. ¿Su único delito? Compartir consanguinidad, sangre.

La misma sed de venganza que podría aguardar a Cortiñas en cuanto pise la calle. Ya lo advirtió ayer Sinaí Giménez, nombrado, en esta ocasión, presidente de la Federación Nacional de Organizaciones de la Sociedad Gitana Española, al exigir «una sentencia ejemplar» y que el acusado cumpla íntegra «la pena que se le imponga, ya que la sed de venganza estaría también esperándolo a la salida de prisión, por lo que consideramos que cuanto más lejos sea en el tiempo mucho mejor». Sinaí, el mismo que tacha los destierros como «órdenes de alejamiento voluntarias».