
El complejo para la tercera edad del Meixoeiro aloja a 447 personas y siempre tiene lista de espera
08 may 2016 . Actualizado a las 17:29 h.Conseguir plaza en una residencia pública es una suerte para muchas familias con personas dependientes a su cargo que no pueden conciliar su vida laboral y personal. En Vigo, el complejo residencial del Meixoeiro es el más grande de Galicia. Cuenta con un total de 447 plazas y siempre está al cien por cien de su capacidad. La lista de espera nunca se acaba, a pesar de que la relación de ingresados se renueva en un 20 % cada año como consecuencia de los fallecimientos. Diez días después de la muerte de un interno, siempre hay otra persona ocupando su lugar.
La relación de candidatos se encarga de gestionarla la Consellería de Política Social. Por eso su director, Óscar Arroyo Riaño, no es capaz de precisar cuantos usuarios potenciales aguardan una plaza en cualquiera de los dos edificios de los que se compone el complejo residencial. Pero si de algo presume es de que las instalaciones que dirige cuentan con uno de los niveles de reclamaciones más bajos de todo el país. «En el año 2014 tuvimos 27, en 2015 las bajamos a 11 y llevamos 3 en el 2016», asegura.
Las principales quejas de los usuarios se centran en la pérdida de ropa y en la comida. Y es que no todos los usuarios pueden comer el mismo menú, en función de su estado de salud. Cuando un médico prescribe un menú gastro-hepático, que es todo cocido, como los usuarios no están separados en el comedor, algunos se enfadan cuando ven al de al lado comerse un churrasco o un lacón con grelos. «Les hacemos entender que es por prescripción médica y que ahí no cedemos», asegura este responsable.
Todas las quejas se tramitan a la inspección del servicio, al que hay que dar parte antes de tres días para poder averiguar qué ha pasado cuando un familiar presenta una reclamación.
Óscar Arroyo afirma que la transparencia es una de las principales preocupaciones del centro y prueba de ello es que los visitantes de los usuarios tienen un acceso completamente libre a todas las dependencias durante ocho horas al día. Las puertas se abren una vez que ha concluido el aseo de los beneficiarios hasta que llega la hora de cenar.
El escaso número de reclamaciones es una prueba de la satisfacción de quienes tienen una plaza. Así se deduce también de algunas de las opiniones de los usuarios.
Satisfacción general
Todas las personas consultadas estaban muy satisfechas con el trato que reciben en la residencia. «Estoy muy contenta de estar aquí; lo que más me gusta es el trato que me dan», manifiesta María del Carmen Nieto Seijo, vecina de Vigo. «En mi casa no estaba bien, me caía a cada momento y llegó un momento en el que nadie me podía ayudar», asegura esta mujer que ahora utiliza un andador para tenerse en pie, puesto que en la última caída se lesionó una pierna y no puede caminar sin apoyo. «El personal es precioso, me llevo muy bien con todos», afirma también Carmen Alberte Álvarez, natural de Ribadavia. La misma opinión la comparte Luis Gómez, un usuario que sufre la enfermedad de Párkinson, que apenas tiene voz, pero que sí dispone de la suficiente para afirmar que está muy satisfecho con la residencia, que ya considera como su propia casa.
El residente de más edad tiene 106 años. En total hay cinco personas centenarias en las instalaciones del Meixoeiro, y quien lleva más tiempo viviendo allí es Emilio, un madrileño que ya lleva 16 años en la residencia y que no oculta su amor por el Atlético de Madrid. El 80 por ciento de los usuarios del centro tienen el máximo grado de dependencia, es decir, necesitan ayuda para las tareas cotidianas de su vida, dado que no se pueden valer por sí mismos. La residencia cuenta además con una unidad de cuidados continuados donde se encuentran las personas más frágiles que ya no se pueden levantar de la cama y que precisan ayuda para todo.
El nivel de satisfacción que muestran los internos no sería posible sin la profesionalidad del personal. El complejo residencial cuenta con un total de 383 trabajadores, casi una ratio de un trabajador por beneficiario. «Ponemos mucho énfasis en la formación, organizamos muchos cursos y tenemos alumnos de prácticas», afirma Óscar Arroyo.
En todas las residencias de la provincia de Pontevedra existe una lista de 528 personas esperando a que haya una plaza libre para poder entrar, según los últimos datos que ofreció la Xunta. Si bien es cierto que el número de plazas ha crecido ligeramente en los últimos años, no lo ha hecho lo suficiente como para satisfacer una demanda que no ha dejado de crecer.
«Nuestras actividades nos diferencian de un almacén de mayores»
El complejo residencial del Meixoeiro ofrece a sus internos un servicio de fisioterapia pautada por un equipo médico. Además desarrolla terapias ocupacionales, talleres de manualidades y lectura de prensa, entre otras actividades. Una de las iniciativas que tienen en marcha es el programa Gradior, de estimulación cognitiva a través de un ordenador. «La diferencia con un almacén de mayores son precisamente estas actividades que hacemos con ellos, queremos procurarles un envejecimiento activo», afirma el director, Óscar Arroyo. También es muy importante la labor que desarrollan tres asociaciones de voluntarios, que cada tarde, después del tiempo de siesta, acuden al centro para animar a los usuarios con películas, lecturas o bingos.