Sacerdotes gallegos huyen de los estereotipos y usan las redes sociales e Internet en su día a día
14 ago 2016 . Actualizado a las 16:53 h.«Si Jesús estuviera aquí físicamente usaría Facebook y Twitter», es una de las frases que repite en sus misas el párroco de Vilagarcía de Arousa, Manuel Cachaldora. Numerosos sacerdotes gallegos han decidido dejar atrás todos los estereotipos que los anclaban a una vida tradicional y han pasado a unirse a las redes sociales para acercarse a sus seguidores más fieles. Para muchos puede resultar chocante que autoridades religiosas tuiteen o publiquen estados en Facebook, pero lo cierto es que ellos lo ven como «algo normal en la época en que vivimos», comenta Juan Ventura, sacerdote de O Grove. Tiene 32 años y casi 2.000 seguidores en su cuenta de Facebook. Pero no nos confundamos, a pesar de ser un usuario activo, no le gusta que las redes sociales se utilicen de una forma banal. «Lo que se comparta ha de aportar algo de utilidad a la gente. Que alguien suba una foto diciendo que se está tomando un café no me interesa en absoluto», afirma Ventura. Asimismo, le sorprende que la gente le diga que es un cura «muy moderno» porque para él lo raro sería que tuviera la mentalidad de una persona de 80 años. El sacerdocio, explica, no es más que otro estilo de vida. «Hay que romper con los estereotipos, somos personas normales que decidimos elegir anunciar el evangelio con nuestra vida, que no es solo leerlo en la Iglesia».
Para otros, como don Tucho, el cura de Vilanova de Arousa, la religión hay que entenderla de una forma más laica. «Tiene que desaparecer la imagen del cura como dominador». Y se esfuerza en hacerlo posible. Así, a pesar de que no utiliza las redes sociales para su uso privado, sí permite que su imagen aparezca en ellas. Tan solo hay que ver el vídeo promocional del Festival Rockin’ Vila del año pasado en el que don Tucho, a sus 78 años de edad, se dejó grabar en su iglesia levantando, en lugar del cáliz de Cristo, una calavera rockera, imagen corporativa de este certamen musical. El éxito fue tal que cuenta con poder participar de nuevo en el vídeo de este año. Puede que el sacerdote de Vilagarcía de Arousa, Manuel Cachaldora, no salga promocionando un festival rock dentro de su parroquia, pero es uno de los usuarios más activos en las redes sociales y tiene cerca de 800 seguidores en Facebook. Entiende que el uso de estas nuevas tecnologías pueda causar miedo o desconcierto a los colectivos de mayor edad, pero «lo que no se conoce no se puede amar», razona. Además, se proclama fiel seguidor del papa Francisco.
«Youtube»: otra herramienta indispensable de la evangelización 3.0
Hasta la canción del verano pasado, La Gozadera, ha servido de excusa para transmitir el cristianismo a los jóvenes de Galicia, uno de los sectores con los que más se implica Cachaldora. Así decidió parodiar la famosa canción del puertorriqueño Marc Anthony y subirla a Youtube, consiguiendo hasta el momento más de seiscientas visitas. Este cura solo ve ventajas a la hora de proclamar el evangelio a través de sitios web, que no necesariamente tienen que ser redes sociales, lo mismo que a introducir canciones en sus actos religiosos. Así se demuestra la Pascua Xoven que organiza todos los años, una celebración que se lleva a cabo inmediatamente después de la Semana Santa.
Uno de los puntos que identifican a este párroco y que le gusta remarcar, es que el no trata de imponer la religión, sino de anunciarla. Y añade que las redes sociales le parecen un medio muy natural para transmitir las actividades que realizan, así como para dar mensajes a sus parroquianos, siempre que no sean doctrinarios. «Soy un cura cristiano. No me gusta ir detrás de la gente diciéndoles que vengan a misa, sino que sepan que estamos aquí. Es su decisión».
Cachaldora es además un cura con mucho sentido de la moda -fue elegido para formar parte del libro 300 galegos con estilo-, motivo por el que muchos lo conocen por el apodo del «cura de los fulares».
De escribanos a tuiteros
Los primeros textos más antiguos que se conservan están en manos de la Iglesia, ya que los encargados de registrar lo que iba ocurriendo día a día eran los escribanos, que en la mayoría de los casos eran monjes. Hasta hace muy poco tan solo un reducido número de personas tenía acceso a estos escritos, que se encontraban en bibliotecas privadas de entidades religiosas. Todo cambió a raíz del nacimiento de Internet, también en el ámbito eclesiástico: «Gracias a las nuevas tecnologías hemos podido consultar documentos a los que antes no teníamos acceso porque no estaban digitalizados», apunta el sacerdote Luis Ángel Rodríguez Patiño.